lunes, 17 de enero de 2011

¿ES PARA TANTO?

Flori, así la nombraba cada vez que mencionaba que la paciente, se había encontrado con Mauri, el papa de su pequeña hija. Y ella se presentó en mi consultorio como Fabi. Entonces: Flori- Mauri-Fabi.
Se quejaba que el discurso no variaba, que la paciente solo tenía reclamos contra su ex pareja, a quien conocía del barrio, desde el jardín de infantes. Había quedado embarazada y decidió seguir y el no quería y ella si. Y la madre no sabe como tratar al padre y ella si. Lo atiende, le ceba mate, le hace masajes. Viven juntos los tres y la hija. Y ella espera que Mauri la quiera que deje a la nueva novia que vuelva con ella, él no quiere y ella si.
Algunas intervenciones relatadas en la supervisión parecían pertinentes…pero aún así.
Fabi hablaba de Flori y a veces nombraba a Mauri. Le dije que al nombrarlos aquí y ahora, por el apodo - y en diminutivo - vaciaba, esterilizaba cualquier intervención.
Me preguntó: ¿es para tanto?
Es para tanto- dije.

Recordé que Austin dice que los performativos son aquellas palabras que hacen acto en el momento de su enunciación. Si alguien dijera te prometo, la promesa se efectúa en ese instante, ni antes ni después, más allá si lo dijo a sabiendas de que no la cumplirá. También recordé que esos enunciados, que no son constatativos, no son sometidos a prueba de verdad o falsedad. Son realizativos.
El mismo Austin cuestiona las clasificaciones que ha planteado.
Lacan sostiene que el enunciado llueve, tampoco sería un enunciado constatativo, que podría haber sujeto en juego en el momento de enunciarlo.
Supongamos que alguien dijo: si llueve vamos al cine. Bastará enunciar: llueve, para dejar dicho otra cosa. Otro ejemplo: si se conoce la chanza, bastará enunciar ” yerba no hay” para manifestar deseo.

Al enunciar los tres nombres en diminutivo, se participaba, dándole consistencia, de una escena infantil en la transferencia: un amor infantil, idéntico a si mismo, sin tiempo.
Había contado que su padre le pregunta siempre después de comer: queso y dulce ¿querés? Y que ella, y el lo sabe, odia ese postre. Que la irrita, que hay una cuestión de piel. Teme que su hijita piense que el es el padre….
La presencia del analista confirma la vertiente acto de la palabra y podría evitar que se afirme (la resistencia): que no es más que un fallido o que ha sido sólo un sueño, o que quizás ciertas expresiones no sean para tanto.
Hablar, eso se hace y no cura. En cambio con la oferta, con escucha, se promueve la asociación libre, la demanda. Pensar que hay tipos de demanda antes de la oferta es introducir una objetivación, un evaluador por fuera de la transferencia.
Se dice en tanto se es escuchado. Porque si no hay escucha gira el discurso en falso sin saltos, sin introducción de alguna varidad (variedad de la verdad).
Si el estado transferencial (estrategia) lleva a la detención de las asociaciones, es desde allí que podríamos pensar cualquier táctica posible y no desde algún defecto, déficit objetivo de analizante o analista.

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