miércoles, 1 de diciembre de 2010

UN CHISTE SERIO

1.
Nuestra genealogía: El sujeto se constituye en el lugar del Otro - que es el conjunto de los significantes – pero específicamente su relación es con la falta del Otro. Esa falta no está dada. No se encuentra de una vez para siempre, sino que es una falta que se reencuentra en el movimiento de la repetición.
Esta falta -de significante- se revela en las preguntas del niño que provocan el mayor desasosiego en los padres. Se interroga así, no al Otro sino a los significantes que hay en el Otro, y a los intervalos que hay entre significantes, y que son la condición de posibilidad de los significantes mismos: su carácter discreto. “Lo característico del significante es poder sustituirse a si mismo, es de naturaleza sustitutiva con respecto a si mismo... hace de la sustitución su ley.”(Seminario 5)
Alienación y separación no son dos operaciones disjuntas engarzadas cronológicamente -primero la alienación y luego la separación-, sino que es una misma operación con dos caras articuladas: la alienación al significante implica la ubicación del sujeto entre significantes, pero al mismo tiempo separado de ellos.
El sujeto encuentra un significante de la falta en el Otro, que es a su vez significante de la falta del Otro en él.
“Este significante, este uno en más, que es a la vez el significante de la falta, es de lo que se trata y debe ser mantenido como esencial a la función de la estructura, en tanto nos interesa indudablemente, si seguimos la huella donde hasta el presente los he conducido: que el inconsciente está estructurado como un lenguaje” (Seminario 14, inédito).
La marca de este encuentro, de esta apropiación -siempre impropia- es el Superyo.
“Pero aun es necesario que el sujeto adquiera el orden del significante, lo conquiste, sea colocado respecto a él en una relación de implicación que lo afecte en su ser, lo cual culmina en la formación de lo que llamamos en nuestro lenguaje el Superyo” (Seminario 3).
El corte de la cadena significante es el único que verifica la estructura del sujeto como discontinuidad en lo real; huecos del sentido determinantes del discurso.
Cuando Lacan dice que su invento, el objeto a, no tiene objetalidad ni objetividad, que es sólo una letra, intenta subrayar de este modo, que hay algo que no puede ser integrado a un orden determinado por la red significante. El a se le atraganta al significante porque traduce la indeterminación. Indetermina lo determinado; objeto metonímico, en tanto causa, se presenta irreductible.
El sujeto se constituye como efecto, mortificación del significante en el cuerpo. Se puede afirmar que el significante es causa de sujeto. La letra a anota que en su división se constituye como no idéntico a sí mismo: así como el significante no es idéntico a sí mismo, el sujeto que es su efecto, tampoco lo es.
El significante - que no se significa a sí mismo -, que no es idéntico a sí mismo, produce un sujeto que coincide con esta auto-diferencia: la barra, el corte, la división misma, como lugar paradojal de hallazgo del sujeto.
El sujeto cuando se pregunta acerca de su deseo lo hace con los significantes del Otro, de esa patria significante de la cual siempre estará exiliado.
Cuando se pregunta por lo más propio lo hace con instrumentos “impropios”, que no le pertenecen . Se trata del tesoro de palabras de la lengua materna. Lo impropio no responde entonces por lo propio, solo lo ausenta más.
La estructura del nombre es la paradoja de las paradojas: se nombra a sí mismo con el nombre con el que ha sido nombrado. Lo más “propio” es el nombre que no se ha elegido. Así podemos ilustrar el exilio del sujeto respecto del significante, porque se nace en el campo del Otro. Separarse de ese campo y hacerlo con los elementos que el Otro ha dado… con lo mismo que (m)ata. Esta es la alienación del sujeto -diferente a la alienación especular-.
Además de estar exiliado el sujeto experimenta que no existe el Otro como un universo que tenga respuestas para el deseo: el deseo se constituye en el sujeto como lo que está oculto al Otro por estructura. Al Otro le está oculto, por estructura, su “propio” deseo.

2.
¿Qué entendemos por tomar la palabra? ¿Cómo es el pasaje del grito como pura expresión a la invocación? ¿Cómo un sonido se transmuta en palabra?
Lacan sostiene que para que el significante constituya al sujeto no es suficiente con su preexistencia, habrá hechos de discurso pero no sujeto, es necesario entonces que ocurra un dicho.
La pre-existencia del significante no es suficiente para dar cuenta de la constitución del sujeto.
El acto de palabra, una instancia preformativa, crea ex nihilo al sujeto, que al decir(se) precipita.
Y cuando digo se precipita no puedo evitar en pensar en caída, cae de algún lugar en el que aún no estaba (limbo) como cuando se dice en la lengua coloquial le cayó la ficha.
Tal vez por eso, a veces, no es sencillo distinguir lo que se denomina pasaje al acto, de acto.
Hay caída.
Se sale, a veces violentamente, de un lugar para hacer(se) otro.
Esto significa tomar la palabra: hacerse lugar. Cada vez que tomamos la palabra, la tomamos de algún lugar. ¿Dónde están las palabras antes que las tomemos? Ya lo dijimos: en el Otro. Pero, al tomarlas queda el Otro al menos sin una palabra.
En ocasión de contraer una deuda económica en el análisis una analizante dijo:
Si tuviera toda la plata del mundo le pagaría…
Dije: si tuviera toda la plata del mundo no me pagaría; porque en ese instante dejaría de tener toda la plata.
Freud relata un chiste que viene al caso a pesar que a nosotros no nos cause gracia:
-Has tomado un baño? Pregunta el primero
- Por qué?,falta alguno? Responde el segundo.
El juego significante, su deslizamiento, corre el acento en la palabra tomar. Ya no se trata de bañarse, acción reflexiva, si no de una actividad de sustracción, mejor dicho de extracción.
Efectivamente este chiste plantea que al tomar (agarrar en nuestro castellano porteño) al Otro le falta lo que se ha tomado.
El chiste como el fallido es un acto (performativo), se realiza en el momento que estalla la risa. Risa que dice que al Otro le falta en ese instante - aunque sea en ese instante - una palabra, la que desliza la significación y sorprende al oyente.
En el chiste (Vg.: familionario) hay descompletamiento del Otro: el neologismo es una producción con elementos acumulados del saber de la parroquia. Un término que hasta ese momento no estaba; este término de más, señala un de menos en lo que ya se sabia atesorado. Técnicamente se ha operado una sustracción al Otro, es decir una castración.
Freud llega a anticipar en el análisis de un ejemplo lo que será una de las leyes del significante lacaneano: la auto diferencia.
Comentando el chiste “es el primer vuelo=robo (vol, en francés) del águila”, dice que es una condensación que vuelve superfluo al sustituto, un efecto de condensación donde un mismo término se sustituye a sí mismo, siendo él mismo y el otro. Es un efecto de otredad de lo mismo: son las mismas palabras las que retornan como otras.
No se postula, entonces, una identidad originaria y una posterior división. El eje pasa por pensar la constitución misma, la genealogía del sujeto como dividida. No hay uno en el origen: el lugar está vacío; el lugar es ocupado por otro significante, por cualquiera. Hay metáfora originaria: algo en el lugar de nada. Si hubiera uno en el origen no habría metáfora. Lo esencial en la estructura significante es la sustitución, es su ley.
Para los lingüistas lo real remite al plano del enunciado y al problema de la denotación. Para Lacan lo real pone en juego la enunciación ligada al goce y al deseo, en los actos de habla que mortifican al cuerpo hablante (y por lo tanto la voz como objeto).
La voz acompaña la noción de significante, al que se le atribuye una sonoridad (pulsión invocante: grito), aun cuando sólo sea leído.
BIBLIOGRAFIA
Lacan, J.: El Seminario 3, La psicosis, Paidós, Barcelona, 1984.
Lacan, J.: El Seminario, 5 Las formaciones del inconsciente, Paidós, Bs. As. 2007

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