INTRODUCCION:
Hace muchos años pensaba que había algunos pacientes que hacían psicoterapia y
otros que decidían psicoanalizarse , que se trataba de una cuestión de gustos, formación y elección (transferencial). Quienes hacían psicoterapia era porque querían hacer psicoterapia- mal no hacía, pensaba -; y los que hacían psicoanálisis era porque tenían un deseo de analizarse y acudían a un analista, instrumento necesario para un análisis.
Sin embargo escuchando en algunos analizantes los efectos de alguna experiencia psicoterapéutica anterior, y leyendo algunos textos de quienes promueven la psicoterapia psicoanalítica, llegué‚ a la conclusión de que ciertas prácticas provocan efectos nocivos. Algunos de los cuales son valorados por esas mismas prácticas como logros.
Legitiman su acción desplegando un discurso (pseudo) analítico, que banaliza los conceptos fundamentales del psicoanálisis.
PSICOANALISIS Y PSICOTERAPIA
Una intersección vacía
1.Quienes promueven la psicoterapia conciben los tratamientos como un proceso corrector de experiencias y de fantasías respecto a la realidad, es decir que el objetivo del tratamiento es mostrarle al paciente que sus fantasías le distorsionan el acceso al conocimiento de la realidad y a la relación con los otros. Proponen un pasaje desde el principio del placer - manejarse como si estuviese en el seno materno- al principio de realidad. ¨Y que‚ sería para ellos el principio de realidad? Aprender a soportar frustraciones, mediante una transferencia de aprendizaje en donde el terapeuta hace una orientación constante de su paciente hacia la realidad.
¨ Cómo plantea Freud el principio del placer y su relación con el principio de realidad? Sostiene que no son opuestos. El principio de realidad está al servicio del principio de placer, no es m s que una forma de garantizarlo. En "Inhibición, Síntoma y Angustia", afirma que es el yo, el narcisismo, lo que est regido por el principio de placer- realidad. No se oponen sino que el de realidad garantiza, retrasando, el cumplimiento del placer.
2.Hacen hincapié en la teoría de las relaciones de objeto cuyo ideal es llegar a relacionarse con un objeto genital total.
Proponen un encuentro positivo entre el paciente y el terapeuta para reparar el mal encuentro infantil con sus padres, con esos primeros objetos. En ese sentido, el terapeuta debe ser una persona buena, permisiva, que ayuda, y debe tener un rol real de docente experto.
Para el psicoanálisis, las relaciones objetales tienen su campo en el narcisismo, son las relaciones que se establecen con los objetos del yo, los objetos amables por el yo. El Complejo de Castración, relación del sujeto con la ley, inscribe al objeto como perdido.
El psicoanálisis no promueve un buen encuentro, ni la ilusoria posibilidad de darle a un paciente un objeto (que no se posee), sino que basa su práctica alrededor de esta pérdida irremediable del objeto. Cualquier objeto que se crea "poder" otorgar sólo contribuye a obturar esta pérdida fundante de la subjetividad.
3.Hay corrientes psicoterapéuticas que proponen tratamientos breves, cuya fecha de finalización está prefijada.
Cuando un terapeuta dice en el inicio, vamos a trabajar tanto tiempo- nos vamos a encontrar 6 meses -, está anunciando y garantizando que durante este tiempo pre-establecido y en ese pacto, no van a morir ni él ni el paciente. Hay una renegación de la muerte, es decir de la castración.
Se dice que lo breve si bueno dos veces bueno. Sin embargo Freud polemiza con O.Rank que ya planteaba la necesidad de abreviar y agilizar el análisis, diciendo: "si deseamos satisfacer mayores exigencias con la terapéutica analítica, nuestro camino no nos llevar a un acortamiento de su duración".
Rank sostenía que sabiendo que el trauma de todos los pacientes es el trauma del nacimiento, es posible atacar de frente al trauma y terminar el tratamiento en poco tiempo. Sabemos la causa, sabemos el final. Freud responde que procediendo así es como sacar una lámpara que ha iniciado el incendio y dejar el incendio. La causa no está al comienzo sino que la construimos al final del análisis. Con la teoría del trauma del nacimiento Rank llena el lugar de la causa. El complejo de castración en cambio, es el vaciado de este lugar y no la sustitución de una causa originaria - que daría cuenta de todo- por otra.
4. La psicoterapia propone un pacto de trabajo al paciente. Esta alianza terapéutica tiene como objetivo fortalecer áreas del yo libres de conflicto, y sostener con esas áreas esta alianza.
En "Análisis terminable e interminable", Freud propone que "si hemos de hacer un pacto, una alianza con el yo, éste ha de ser normal. Pero un yo normal es como la normalidad, una ficción ideal; el yo anormal no es por desgracia una ficción" y agrega: "no hay lealtad del yo al trabajo del análisis, es una ficción". Por lo tanto aquel tratamiento que hace del fortalecimiento del yo su ideal, lo que no tiene en cuenta es que el yo, el narcisismo, est comprometido en la resistencia y en la represión del deseo. Fortalecer el yo es un vano intento de consolidar una santa alianza contra el deseo anclado en la carne.
5. Otra discusión que Freud plantea (esta vez con Ferenczi) es respecto de los conflictos artificiales activados en el tratamiento: - bueno, hoy vamos a dedicarnos a hablar de su homosexualidad latente -, y ponemos un título, intentando activar un conflicto artificialmente; "Qué‚ dice el paciente después de largas sesiones de trabajo sobre el tema propuesto por el terapeuta? El paciente responde como las señoras en los museos: qué interesante!!" y agrega Freud "cuando uno le habla de estas cuestiones al paciente y le explica sus problemas sus conflictos, es como dar a los niños información sexual, de donde vienen los niños, de todas maneras ellos en secreto siguen adorando a sus ídolos".
Aunque como un educador modelo, el analista le intente enseñar y explicar, continúan aferrados a sus ídolos, a sus creencias infantiles, a sus teorías sexuales infantiles.
Lacan en el seminario" Los 4 conceptos" recuerda una frase de Picasso que dice: "yo no busco, encuentro", no busca la homosexualidad latente, el Edipo, la castración, basta escuchar para encontrar y sorprenderse cuando en la transferencia los demonios salen a nuestro encuentro. Actuamos como si no persiguiéramos fin ninguno determinado y nos dejamos sorprender por cada nueva orientación y actuamos libremente sin prejuicio alguno. En cambio para la psicoterapia, para el ideal de la psicoterapia, el proceso terapéutico se apoya "en activar funciones yoicas de los dos, del yo del analista y del yo del paciente, en un foco, donde se focaliza el conflicto en una relación de trabajo".
6. Proponen que el foco impone una asociación guiada activamente por el terapeuta relacionada con el motivo de consulta.
La única regla para un análisis es la regla fundamental: "diga todo lo que se le ocurra". Esta regla es absolutamente diferente a cualquier asociación guiada.
Entre analista y analizante hay un lugar tercero, el lenguaje. Se trata de palabras y el analista no puede olvidar que se trata de palabras, no para ponerse a jugar con las palabras sino para escuchar cuáles son las leyes del encadenamiento de estas palabras, lo que permitiría el advenimiento de la interpretación.
En la psicoterapia el ideal es la asociación guiada, para interpretar el significado de las conductas y prescribir conductas: "Si en esto que está haciendo le va mal, por qué no cambiar? ¨ Por qué‚ no prueba con otra cosa? Se ocupan de la conducta y de la descripción de la conducta. Insisto, para el psicoanálisis se trata de palabras, no de significados de conductas, sino de la función de la palabra y de su poder creacionista.
7. Cuál es el lugar del analista y cuál el del terapeuta? El terapeuta prescribe conductas, indica, interpreta significados de conductas, da una opinión profesional.
Este lugar del terapeuta se contrapone a una escucha analítica de la demanda. El analista forma parte del concepto de inconsciente, y su responsabilidad es estar en el trabajo del inconsciente, es escuchar las asociaciones del analizante, e intervenir cuando es necesario, en el sentido de necesariedad: no puede dejar de decir.
Mientras que la opinión profesional es la de un personaje ajeno al trabajo del inconciente, alguien que opina sobre, y prescribe -receta- El terapeuta debe cumplir en este sentido un rol cultural, de docente, un rol corrector de experiencias emocionales y además debe incluirse selectivamente como persona, debe participar con su yo. Por el contrario, el psicoanálisis nos enseña que la individualidad, la persona del analista, constituyen su resistencia. El analista desaparece en tanto persona porque es concebido como un lugar en el discurso que se despliega, que deriva en la transferencia.
"El amor a la verdad excluye toda impostura", y persona significa máscara, impostura...un código de procedimientos, ciertos rituales, que harían creer que con esta impostura se parece a un analista, a un analista que posiblemente se haya tenido, que a su vez haya sido un impostor de otra impostura. Entonces cuando la persona del analista dirige el tratamiento, lo que está en juego es su individualidad.
(-indiviso- no dividido).
8. Todos nos hemos preguntado en algún momento "qué‚ es lo mejor para el paciente", pero deberíamos detenernos en esa máxima freudiana "lo mejor es enemigo de lo bueno". Freud en "Malestar en la Cultura" dice que" muchas veces lo malo ni siquiera es lo nocivo para el yo, sino algo que este desea, inclusive que le procura placer... agrega que lo malo es aquello por lo cual uno es amenazado con la pérdida del amor". Para Freud lo bueno y lo malo están relacionados con la indefensión del sujeto frente al Otro. Es el Otro quien sanciona qué‚ es bueno y qué‚ es malo, se renuncia entonces por miedo a la pérdida del amor.
Nos advierte que si hay mejoría en los pacientes se produciría una inercia en el tratamiento, que favorece la resistencia.
Lacan afirma en el "Seminario de la Etica", que la cuestión ‚ética del análisis no se plantea en una especulación del ordenamiento del servicio de los bienes - cuánto tiene, si provee o no provee -. La ‚ética del psicoanálisis se sostiene en lo que llama, la "experiencia trágica de la vida".
En el discurso de Baltimore dice: " donde está el sujeto es necesario encontrar el sujeto como objeto perdido, más precisamente este objeto perdido es el soporte del sujeto, en muchos casos es una cosa más abyecta de lo que ustedes pueden considerar, en algunos casos es algo hecho, como lo saben perfectamente todos los psicoanalistas y mucha gente que ha sido psicoanalizada, es por eso que muchos psicoanalistas prefieren volver a una psicología general, como el presidente de la sociedad psicoanalítica de Nueva York nos dice que debemos hacer. Pero yo no puedo cambiar las cosas, soy psicoanalista y si alguien prefiere dirigirse a un profesor de psicología, eso es asunto suyo. Resulta obvio que el organismo es una unidad y funciona como tal. La cuestión se hace más difícil cuando esta idea de unidad se aplica a la función de la mente, porque la mente no es una totalidad en sí misma, pero estas ideas en forma de unidad intencional, fueron la base de todo el llamado "movimiento fenomenológico". Lo mismo era cierto en la física y en la psicología con la llamada escuela gestáltica, y la noción de la buena forma, cuya función era unir por ejemplo, una gota de agua e ideas más complicadas. Y los grandes psicólogos, incluso los psicoanalistas, están llenos de la idea de personalidad total.
De todos modos es siempre la unidad unificadora la que se encuentra en primer término. Yo nunca he comprendido esto, pues aunque soy psicoanalista también soy un hombre, y como hombre mi experiencia me ha mostrado que la característica principal de mi propia vida humana -y estoy seguro, de la de todos los aquí presentes - consiste en que la vida es algo que va, a la deriva. La vida va por el río, tocando de vez en cuando la rivera, parándose un rato aquí, allí, sin comprender nada.
Y el principio del análisis es que nadie comprende nada de lo que ocurre, la idea de la unidad unificadora de la condición humana, me ha producido siempre el efecto de una mentira escandalosa."
¨ Qué‚ propone la psicoterapia? Que el paciente elabore un proyecto que implique su propio bienestar y su propia autoestima que hay que reforzar siempre, y decirle al paciente de toda mejoría y de todo avance en la tarea del tratamiento, en busca de integrar una concepción totalizadora de la experiencia humana.
Lacan nos advierte sobre esta cuestión diciendo que el dominio del bien, el que domina el bien, el que dice dónde está el bien es el amo con su supuesto poder("yo puedo el bien, el bien del otro, o mi propio bien. El dominio del bien es el nacimiento del poder, yo puedo el bien").
9. En la psicoterapia se insiste en que los terapeutas deben dar intervenciones directivas. La sugestión desconoce al sujeto en su división, produce dominación y fascinación; "toda canallada descansa sobre el deseo de ser el Otro para alguien". La sugestión sitúa y coagula al analista en el lugar del ideal del yo ("Psicología de las masas y análisis del yo"), dominando, fascinando, ordenando, diciendo lo que está bien y lo que está mal, hipnotizando.
En el "Fedon" Platón le hace decir a Cebes: "comprendo que a un loco se le puede ocurrir que sea preciso huir de un amo, cuéstele lo que le cueste, y no comprenda que siempre se debe estar unido a lo que es bueno".
Un hombre prudente y sabio desearía siempre estar bajo la dependencia de lo que es mejor para él.
10. Un argumento falaz utilizado como ariete contra la práctica analítica es que tiene límites, que sólo sirve para un reducido número de pacientes ("normalmente") neuróticos, y que la psicoterapia analítica está indicada para los pacientes borderlines, y para las neurosis narcisistas.
Con este novedoso criterio clasificatorio la mayoría de los historiales de Freud serían de pacientes borders. La neurosis es grave, y siempre plantea desafíos y dificultades para quien está‚ dispuesto a escucharla.
Hago mías las palabras de J.B. Pontalis:" Los casos límites no pueden ser considerados la excepción, el estado límite parece siempre subyacente a la construcción neurótica. Cuando derivamos nuestra impotencia a la morfología de la realidad psíquica de nuestros pacientes nos comportamos como aquéllos neuróticos que imputan su estado de miseria a una realidad social o familiar. No hay análisis que aquel que nos lleva a los límites, en una prueba de los límites del psicoanálisis y de nuestros propios límites."
11. Decía al comienzo que en una época pensaba que la psicoterapia no tenía efectos nocivos, que si bien obstaculizaba que los pacientes se analizaran, al menos era una experiencia terapéutica.
Luego entendí que sus objetivos conducen a lo peor. Los objetivos (compartidos!) que la terapia se fija son "favorecer la autoevaluación y la objetivación". Es decir que el paciente se piense se objetive, y diga acerca de sí lo que le pasa, lo que le falta, lo que tiene o lo que quisiera ser. Que hable de sí mismo, que se autocomprenda, autoevalúe, y discrimine entre realidad y mundo interno – fantasías -. El objetivo es consolidar un Yo más finamente observador de las experiencias.
El ideal de la interpretación en la psicoterapia es la introducción de una racionalidad, una razón, una causa que se le provee al paciente, se le explica, se le enseña, se le ayuda a hacer un proyecto de vida.
Por qué un paciente no puede en una terapia autoevaluarse, objetivarse, autocomprenderse, discriminar, reforzar su yo, consolidar a un yo finamente observador, por qué no puede objetivarse, por qué no introducir una racionalidad en conductas irracionales, por qué‚ no introducir una causa y una explicación en todo lo que le sucede?
Lacan plantea que todo ideal de normalización psicológica, no es más que una moralización racionalizante; " si se forman analistas es para que haya sujetos tales que en ellos el yo esté ausente". Es el ideal del análisis, es virtual... porque no hay sujeto sin yo, un sujeto plenamente realizado no existe, sin embargo procuramos acercarnos asintóticamente a un sujeto sin yo.
"Allí donde el ello era, el yo debe advenir ", lo leemos como "allí donde el ello era, que el sujeto advenga", que caiga el yo, que caiga la persona, que caiga la impostura.
"Que el sujeto acabe por creer en el yo, es como tal una locura", si se refuerza al yo, a un yo que da razones, se termina creyendo en el yo, se constituye una paranoia post- analítica.
Freud define la paranoia en el manuscrito H: "la paranoia es una psicosis intelectual, una manía de interpretación que modifica al yo".
Por supuesto que después de una psicoterapia los pacientes terminan modificados, pero es en este sentido que terminan modificados, dando explicación de todo, con una manía de interpretación que modifica al yo, con una locura racionalizante.
Se acude al análisis porque hay síntoma, y no hay sujeto sin síntoma. En el síntoma hay una verdad oculta, una verdad que se dice demandando ser descifrada.
Esa verdad que está en juego es un deseo reprimido. La función del yo es de desconocimiento de esta verdad singular; reforzando al yo, se refuerza la política del Yo, es decir la represión.
lunes, 17 de enero de 2011
¿ES PARA TANTO?
Flori, así la nombraba cada vez que mencionaba que la paciente, se había encontrado con Mauri, el papa de su pequeña hija. Y ella se presentó en mi consultorio como Fabi. Entonces: Flori- Mauri-Fabi.
Se quejaba que el discurso no variaba, que la paciente solo tenía reclamos contra su ex pareja, a quien conocía del barrio, desde el jardín de infantes. Había quedado embarazada y decidió seguir y el no quería y ella si. Y la madre no sabe como tratar al padre y ella si. Lo atiende, le ceba mate, le hace masajes. Viven juntos los tres y la hija. Y ella espera que Mauri la quiera que deje a la nueva novia que vuelva con ella, él no quiere y ella si.
Algunas intervenciones relatadas en la supervisión parecían pertinentes…pero aún así.
Fabi hablaba de Flori y a veces nombraba a Mauri. Le dije que al nombrarlos aquí y ahora, por el apodo - y en diminutivo - vaciaba, esterilizaba cualquier intervención.
Me preguntó: ¿es para tanto?
Es para tanto- dije.
Recordé que Austin dice que los performativos son aquellas palabras que hacen acto en el momento de su enunciación. Si alguien dijera te prometo, la promesa se efectúa en ese instante, ni antes ni después, más allá si lo dijo a sabiendas de que no la cumplirá. También recordé que esos enunciados, que no son constatativos, no son sometidos a prueba de verdad o falsedad. Son realizativos.
El mismo Austin cuestiona las clasificaciones que ha planteado.
Lacan sostiene que el enunciado llueve, tampoco sería un enunciado constatativo, que podría haber sujeto en juego en el momento de enunciarlo.
Supongamos que alguien dijo: si llueve vamos al cine. Bastará enunciar: llueve, para dejar dicho otra cosa. Otro ejemplo: si se conoce la chanza, bastará enunciar ” yerba no hay” para manifestar deseo.
Al enunciar los tres nombres en diminutivo, se participaba, dándole consistencia, de una escena infantil en la transferencia: un amor infantil, idéntico a si mismo, sin tiempo.
Había contado que su padre le pregunta siempre después de comer: queso y dulce ¿querés? Y que ella, y el lo sabe, odia ese postre. Que la irrita, que hay una cuestión de piel. Teme que su hijita piense que el es el padre….
La presencia del analista confirma la vertiente acto de la palabra y podría evitar que se afirme (la resistencia): que no es más que un fallido o que ha sido sólo un sueño, o que quizás ciertas expresiones no sean para tanto.
Hablar, eso se hace y no cura. En cambio con la oferta, con escucha, se promueve la asociación libre, la demanda. Pensar que hay tipos de demanda antes de la oferta es introducir una objetivación, un evaluador por fuera de la transferencia.
Se dice en tanto se es escuchado. Porque si no hay escucha gira el discurso en falso sin saltos, sin introducción de alguna varidad (variedad de la verdad).
Si el estado transferencial (estrategia) lleva a la detención de las asociaciones, es desde allí que podríamos pensar cualquier táctica posible y no desde algún defecto, déficit objetivo de analizante o analista.
Se quejaba que el discurso no variaba, que la paciente solo tenía reclamos contra su ex pareja, a quien conocía del barrio, desde el jardín de infantes. Había quedado embarazada y decidió seguir y el no quería y ella si. Y la madre no sabe como tratar al padre y ella si. Lo atiende, le ceba mate, le hace masajes. Viven juntos los tres y la hija. Y ella espera que Mauri la quiera que deje a la nueva novia que vuelva con ella, él no quiere y ella si.
Algunas intervenciones relatadas en la supervisión parecían pertinentes…pero aún así.
Fabi hablaba de Flori y a veces nombraba a Mauri. Le dije que al nombrarlos aquí y ahora, por el apodo - y en diminutivo - vaciaba, esterilizaba cualquier intervención.
Me preguntó: ¿es para tanto?
Es para tanto- dije.
Recordé que Austin dice que los performativos son aquellas palabras que hacen acto en el momento de su enunciación. Si alguien dijera te prometo, la promesa se efectúa en ese instante, ni antes ni después, más allá si lo dijo a sabiendas de que no la cumplirá. También recordé que esos enunciados, que no son constatativos, no son sometidos a prueba de verdad o falsedad. Son realizativos.
El mismo Austin cuestiona las clasificaciones que ha planteado.
Lacan sostiene que el enunciado llueve, tampoco sería un enunciado constatativo, que podría haber sujeto en juego en el momento de enunciarlo.
Supongamos que alguien dijo: si llueve vamos al cine. Bastará enunciar: llueve, para dejar dicho otra cosa. Otro ejemplo: si se conoce la chanza, bastará enunciar ” yerba no hay” para manifestar deseo.
Al enunciar los tres nombres en diminutivo, se participaba, dándole consistencia, de una escena infantil en la transferencia: un amor infantil, idéntico a si mismo, sin tiempo.
Había contado que su padre le pregunta siempre después de comer: queso y dulce ¿querés? Y que ella, y el lo sabe, odia ese postre. Que la irrita, que hay una cuestión de piel. Teme que su hijita piense que el es el padre….
La presencia del analista confirma la vertiente acto de la palabra y podría evitar que se afirme (la resistencia): que no es más que un fallido o que ha sido sólo un sueño, o que quizás ciertas expresiones no sean para tanto.
Hablar, eso se hace y no cura. En cambio con la oferta, con escucha, se promueve la asociación libre, la demanda. Pensar que hay tipos de demanda antes de la oferta es introducir una objetivación, un evaluador por fuera de la transferencia.
Se dice en tanto se es escuchado. Porque si no hay escucha gira el discurso en falso sin saltos, sin introducción de alguna varidad (variedad de la verdad).
Si el estado transferencial (estrategia) lleva a la detención de las asociaciones, es desde allí que podríamos pensar cualquier táctica posible y no desde algún defecto, déficit objetivo de analizante o analista.
ACERCA DE LA TRANSMISION
Una ciencia nueva, de lo plural, de lo indirecto, de lo gratuito, de las diferencias, una ciencia de las Moiras .
ENTRE LAZOS
Pensar la práctica psicoanalítica a partir de una disyunción de dos campos opuestos para distribuir cada elemento en uno o en otro es una tarea que no transmite la complejidad de nuestro asunto.
Otro modo, el que prefiero, es entre ternarios y cuaternarios, que si bien no resuelven los atolladeros de la práctica, arruinan al menos, una simplificación que sólo banaliza nuestros desafíos.
Desde el inicio de su enseñanza Lacan ubicó al falo entre la madre y el niño, también a la muerte danzando entre los tres personajes del Complejo de Edipo. En el esquema L ubica cuatro elementos. En sus últimos seminarios, cuando introduce la teoría de los nudos, plantea que el de tres no se sostiene y llama a un cuarto nudo.
Planteo así, una dinámica de elementos que se entrechocan, se dispersan y se ubican de tal manera que es imposible una distribución simétrica planteada a priori.
Algunos ejemplos:
1. Los dos principios del suceder psíquico muestran una extraña actividad dispar, pero conjunta: el Principio de realidad impone un rodeo al Principio del placer/displacer, Freud señala que más que una oposición se trata de un rodeo necesario para afianzar el funcionamiento del Principio del placer/displacer. Por su parte, el más allá, revela el trabajo silencioso de la pulsión de muerte en el más acá; es decir que es un más allá en un más acá, que es su referencia.
2. Cuando Freud plantea que el Yo surge a partir del Ello y que el Superyo es su abogado, sostiene que las instancias no están separadas, si no que se infiltran mutuamente.
3. La topología de la que se sirve Lacan enseña que lo esencial son los puntos de frontera (borde) porque corresponden tanto a un conjunto como a otro. Es el hallazgo en la topología de interioridades externas (extimia).
4. La banda de Möebius nos sirve para plantear que las dos caras son producto de la torsión de una. Una doble inscripción de lo mismo, que ya no es lo mismo.
5. El cross - cap es la incidencia de un corte que enrarece un afuera con un adentro. Una banda y un disco que se auto atraviesa.
6. El toro plantea una vuelta en más que rodea a un agujero central recorriéndolo a partir de otro.
7. Hay un mundo y hay una escena al que el mundo sube…pero en la escena del mundo hay marcas, manchas de lo que no sube.
8. El nudo borromeo escribe, a su manera, que lo esencial son las intersecciones entre los registros, y que lo que queda afuera de esas intersecciones tendrá o no lugar cuando el mundo suba a la escena (transferencial). No se trata de aspirar a alguna inclusión en un todo que no hay, por eso Lacan incluye en sus figuras los puntos de fuga en cada registro.
9. La escritura x : x, tiene a su lado el límite (x : x ) que lo condiciona, es decir que es un todo afectado por lo que se le sustrae. Es por la excepción (lo necesario) que el conjunto (para todo) es posible. Además, el lado del (no todo), está afectado por su referencia a un todo.
10. Inhibición, síntoma y angustia tampoco son campos separados: a veces una inhibición (del acto) es (¿síntoma en el museo?) la antesala de articulación de un síntoma, y el síntoma es claramente defensa ante la angustia…que sería, quizás, lo peor.
11. Goce – angustia – deseo: este ternario es el extraño lugar de intersección entre campos que no son tales sino que, como lo Unheimlich (siniestro), se abisma lo conocido y familiar en lo extraño.
¿Qué lugar para lo inefable? “Hay una confusión cuyo origen es la creencia de que lo no articulado está más allá, cuando no es así en absoluto- lo que está más allá se articula-. En el nivel de la estructura subjetiva estamos en presencia de algo que sólo puede presentarse como se presenta y que se presenta con su entero valor en su nivel de credibilidad.
Si hay algo inefable, no se habla de ello porque es inefable. Entonces no hemos de juzgar lo que articula, sus palabras, a partir de lo que no puede hablar. Si bien se puede suponer que haya algo inefable, y de buen grado lo suponemos, nunca nos negamos a captar lo que se demuestra como estructura en una palabra, con el pretexto de que hay algo inefable. Como ahí podemos extraviarnos entonces renunciamos. Pero si no nos perdemos, el orden que esta palabra demuestra y revela se debe tomar tal como es.”
Entiendo que “tal como es”, implica que es necesario leer al pie de la letra, tomar los límites de la palabra, los silencios(sileo), los blancos en el texto, el surgimiento de angustia en las sesiones, fragmentos de cuerpo que esperan en vano otra vuelta para articularse…en alguna palabra que al fracasar, fracase de modo adecuado.
Un ladrillo: hablar de modalidad de goce para otorgarle a esta noción la clave de todo lo que ocurre en un análisis, entifica al síntoma (goce del síntoma), y le quita dinámica, valor de conflicto que Freud le adjudicó.
Prefiero hablar de goces y subrayar así la imposibilidad del goce. Es decir que goce es siempre pérdida de goce (plus, paradójicamente, es menos). Porque el goce es límite de la subjetividad y límite de la experiencia. No hay experiencia de ello (como no la hay de la muerte propia).
ENTRE LETRAS
El sujeto se constituye como efecto de la mortificación del significante en el cuerpo, se puede afirmar, entonces, que el significante es causa de sujeto. “El efecto de lenguaje es la causa introducida en el sujeto…Pues su causa es el significante sin el cual no habría ningún sujeto en lo real.”
La letra a (la que se usa para escribir la identidad: a = a), anota que en su división, el sujeto se constituye como no idéntico a si mismo, se pierde - en este acto - la identidad, es decir que se pierde lo que jamás se tuvo. No se postula entonces, una identidad originaria y una posterior división. No; el eje pasa por pensar la constitución misma, la genealogía del sujeto dividida. Escribe así una constitución fallada, cuyo núcleo es la división, cuya causa es el…significante; es decir que tampoco aquí habría una disyunción entre significante (que causa la división) y objeto causa (del deseo). Son los elementos esenciales en la operación de constitución del sujeto.
¿El psicoanálisis infringe la lógica? Lacan lo piensa al revés: es la lógica la que comienza infringiendo la ley del significante cuando escribe a=a.
El discurso psicoanalítico dispone de la lógica modal, precisamente de la categoría de lo imposible, y la eleva, la conduce a su última potencia , intentando cernir lo imposible en tanto tal.
ENTRE DOS
“A decir verdad no hay en todo esto sino paradojas. No hay la menor opinión verdadera (doxa), puesto que hay paradoxas” (Lacan, 10/5/77).
Paradojas, conflictos irresolubles, ambigüedades y enigmas, “out of joint”, “fuera de quicio” [Hamlet, 1.5.189]
• Cuando Freud en El yo y el ello dice cuáles son las órdenes de la instancia Superyó / Ideal del Yo: “Así como el padre debes ser, así como el padre no tienes el derecho de ser”, sitúa la enorme ferocidad de esta instancia en tanto conviven el deber ser y un no tienes derecho a ser así, que es leída en la neurosis como una orden paradojal.
• Tiene que instaurarse una suposición de saber, cuyo destino, desde el inicio y hasta el final, en el último acto, será caer. “Diga todo lo que se le ocurra” conmueve de entrada la suposición de saber: el saber habrá estado del lado analizante.
• Prescindir del Nombre-del-padre a condición de haberse servido de él (utilizarlo), es una afirmación (de Lacan) paradojal .
• Significantes que son tales porque no significan nada, causas que funcionan sólo en tanto vacías.
• El deseo (del analista) que no es puro, se dirige a un puro significante . Ahora lo puro se desplaza a la pura diferencia materializada en el significante. “¿Por qué uno no inventaría un significante nuevo que no tendría, como lo real ninguna especie de sentido? eso quizás nos abriría a lo que yo llamo lo real”. (Lacan, 17-5-77). Puros significantes o significantes de base, es decir que han sido llevados por el deseo del analista a su extrema literalidad.
• Otra paradoja: si lo real es lo que no cesa de no inscribirse, cómo entender que también Lacan formule que en definitiva lo real se escribe. Es decir que haya letras que indiquen, que bordeen que hay un real que no cesa …
Paradoja es expresar contradicción. Se opone así a la común opinión. Para Deleuze es la afirmación de dos sentidos a la vez; es lo que destruye el buen sentido como sentido único, destruye además al sentido común en tanto identidad fija. Es la destitución de la profundidad, porque expone los acontecimientos en la superficie desplegando el lenguaje a lo largo de este límite. Un elemento paradojal tiene la singularidad de estar desplazado respecto de sí mismo, de faltar a su propio lugar y a su propia identidad, a su propia semejanza y a su propio equilibrio.
Deleuze dice que la fuerza de las paradojas reside en que no son contradictorias si no que nos hacen ”asistir a la génesis de la contradicción”. El principio de contradicción se aplica a lo posible, pero no a lo imposible, que es aquello que sí presentan las paradojas. Es decir que asistimos, con las paradojas, a uno de los modos privilegiados de presentación de lo real. A lo ineliminable.
En el epígrafe queda subrayada una preferencia por lo plural y lo indirecto que da lugar a diferencias y contradicciones.
BIBLIOGRAFIA
Barthes, R.: Variaciones sobre la escritura, Paidos, Buenos Aires, 2003.
Deleuze, G.: Lógica del sentido, Paidos, Barcelona, 1989.
Glasman, Claudio: El padre que no cesa, AAVV, Letra Viva, Buenos Aires, 2006.
Lacan, J.: Escritos 2, Posición del inconsciente, Siglo XXI, Méjico 1976.
Lacan, J.: El Seminario, Las psicosis, Paidos, Barcelona 1984.
Lacan, J.: El Seminario, El Síntoma, Paidós, Buenos Aires 2006.
Lacan, J.: L`étourdit, Revista Escansión nº 1, Paidos, Buenos Aires 1984.
Lacan, J.: Seminario 24, inédito.
Rinesi, Eduardo: del prólogo a El padre que no cesa, AAVV, Letra Viva, Buenos Aires, 2006.
ENTRE LAZOS
Pensar la práctica psicoanalítica a partir de una disyunción de dos campos opuestos para distribuir cada elemento en uno o en otro es una tarea que no transmite la complejidad de nuestro asunto.
Otro modo, el que prefiero, es entre ternarios y cuaternarios, que si bien no resuelven los atolladeros de la práctica, arruinan al menos, una simplificación que sólo banaliza nuestros desafíos.
Desde el inicio de su enseñanza Lacan ubicó al falo entre la madre y el niño, también a la muerte danzando entre los tres personajes del Complejo de Edipo. En el esquema L ubica cuatro elementos. En sus últimos seminarios, cuando introduce la teoría de los nudos, plantea que el de tres no se sostiene y llama a un cuarto nudo.
Planteo así, una dinámica de elementos que se entrechocan, se dispersan y se ubican de tal manera que es imposible una distribución simétrica planteada a priori.
Algunos ejemplos:
1. Los dos principios del suceder psíquico muestran una extraña actividad dispar, pero conjunta: el Principio de realidad impone un rodeo al Principio del placer/displacer, Freud señala que más que una oposición se trata de un rodeo necesario para afianzar el funcionamiento del Principio del placer/displacer. Por su parte, el más allá, revela el trabajo silencioso de la pulsión de muerte en el más acá; es decir que es un más allá en un más acá, que es su referencia.
2. Cuando Freud plantea que el Yo surge a partir del Ello y que el Superyo es su abogado, sostiene que las instancias no están separadas, si no que se infiltran mutuamente.
3. La topología de la que se sirve Lacan enseña que lo esencial son los puntos de frontera (borde) porque corresponden tanto a un conjunto como a otro. Es el hallazgo en la topología de interioridades externas (extimia).
4. La banda de Möebius nos sirve para plantear que las dos caras son producto de la torsión de una. Una doble inscripción de lo mismo, que ya no es lo mismo.
5. El cross - cap es la incidencia de un corte que enrarece un afuera con un adentro. Una banda y un disco que se auto atraviesa.
6. El toro plantea una vuelta en más que rodea a un agujero central recorriéndolo a partir de otro.
7. Hay un mundo y hay una escena al que el mundo sube…pero en la escena del mundo hay marcas, manchas de lo que no sube.
8. El nudo borromeo escribe, a su manera, que lo esencial son las intersecciones entre los registros, y que lo que queda afuera de esas intersecciones tendrá o no lugar cuando el mundo suba a la escena (transferencial). No se trata de aspirar a alguna inclusión en un todo que no hay, por eso Lacan incluye en sus figuras los puntos de fuga en cada registro.
9. La escritura x : x, tiene a su lado el límite (x : x ) que lo condiciona, es decir que es un todo afectado por lo que se le sustrae. Es por la excepción (lo necesario) que el conjunto (para todo) es posible. Además, el lado del (no todo), está afectado por su referencia a un todo.
10. Inhibición, síntoma y angustia tampoco son campos separados: a veces una inhibición (del acto) es (¿síntoma en el museo?) la antesala de articulación de un síntoma, y el síntoma es claramente defensa ante la angustia…que sería, quizás, lo peor.
11. Goce – angustia – deseo: este ternario es el extraño lugar de intersección entre campos que no son tales sino que, como lo Unheimlich (siniestro), se abisma lo conocido y familiar en lo extraño.
¿Qué lugar para lo inefable? “Hay una confusión cuyo origen es la creencia de que lo no articulado está más allá, cuando no es así en absoluto- lo que está más allá se articula-. En el nivel de la estructura subjetiva estamos en presencia de algo que sólo puede presentarse como se presenta y que se presenta con su entero valor en su nivel de credibilidad.
Si hay algo inefable, no se habla de ello porque es inefable. Entonces no hemos de juzgar lo que articula, sus palabras, a partir de lo que no puede hablar. Si bien se puede suponer que haya algo inefable, y de buen grado lo suponemos, nunca nos negamos a captar lo que se demuestra como estructura en una palabra, con el pretexto de que hay algo inefable. Como ahí podemos extraviarnos entonces renunciamos. Pero si no nos perdemos, el orden que esta palabra demuestra y revela se debe tomar tal como es.”
Entiendo que “tal como es”, implica que es necesario leer al pie de la letra, tomar los límites de la palabra, los silencios(sileo), los blancos en el texto, el surgimiento de angustia en las sesiones, fragmentos de cuerpo que esperan en vano otra vuelta para articularse…en alguna palabra que al fracasar, fracase de modo adecuado.
Un ladrillo: hablar de modalidad de goce para otorgarle a esta noción la clave de todo lo que ocurre en un análisis, entifica al síntoma (goce del síntoma), y le quita dinámica, valor de conflicto que Freud le adjudicó.
Prefiero hablar de goces y subrayar así la imposibilidad del goce. Es decir que goce es siempre pérdida de goce (plus, paradójicamente, es menos). Porque el goce es límite de la subjetividad y límite de la experiencia. No hay experiencia de ello (como no la hay de la muerte propia).
ENTRE LETRAS
El sujeto se constituye como efecto de la mortificación del significante en el cuerpo, se puede afirmar, entonces, que el significante es causa de sujeto. “El efecto de lenguaje es la causa introducida en el sujeto…Pues su causa es el significante sin el cual no habría ningún sujeto en lo real.”
La letra a (la que se usa para escribir la identidad: a = a), anota que en su división, el sujeto se constituye como no idéntico a si mismo, se pierde - en este acto - la identidad, es decir que se pierde lo que jamás se tuvo. No se postula entonces, una identidad originaria y una posterior división. No; el eje pasa por pensar la constitución misma, la genealogía del sujeto dividida. Escribe así una constitución fallada, cuyo núcleo es la división, cuya causa es el…significante; es decir que tampoco aquí habría una disyunción entre significante (que causa la división) y objeto causa (del deseo). Son los elementos esenciales en la operación de constitución del sujeto.
¿El psicoanálisis infringe la lógica? Lacan lo piensa al revés: es la lógica la que comienza infringiendo la ley del significante cuando escribe a=a.
El discurso psicoanalítico dispone de la lógica modal, precisamente de la categoría de lo imposible, y la eleva, la conduce a su última potencia , intentando cernir lo imposible en tanto tal.
ENTRE DOS
“A decir verdad no hay en todo esto sino paradojas. No hay la menor opinión verdadera (doxa), puesto que hay paradoxas” (Lacan, 10/5/77).
Paradojas, conflictos irresolubles, ambigüedades y enigmas, “out of joint”, “fuera de quicio” [Hamlet, 1.5.189]
• Cuando Freud en El yo y el ello dice cuáles son las órdenes de la instancia Superyó / Ideal del Yo: “Así como el padre debes ser, así como el padre no tienes el derecho de ser”, sitúa la enorme ferocidad de esta instancia en tanto conviven el deber ser y un no tienes derecho a ser así, que es leída en la neurosis como una orden paradojal.
• Tiene que instaurarse una suposición de saber, cuyo destino, desde el inicio y hasta el final, en el último acto, será caer. “Diga todo lo que se le ocurra” conmueve de entrada la suposición de saber: el saber habrá estado del lado analizante.
• Prescindir del Nombre-del-padre a condición de haberse servido de él (utilizarlo), es una afirmación (de Lacan) paradojal .
• Significantes que son tales porque no significan nada, causas que funcionan sólo en tanto vacías.
• El deseo (del analista) que no es puro, se dirige a un puro significante . Ahora lo puro se desplaza a la pura diferencia materializada en el significante. “¿Por qué uno no inventaría un significante nuevo que no tendría, como lo real ninguna especie de sentido? eso quizás nos abriría a lo que yo llamo lo real”. (Lacan, 17-5-77). Puros significantes o significantes de base, es decir que han sido llevados por el deseo del analista a su extrema literalidad.
• Otra paradoja: si lo real es lo que no cesa de no inscribirse, cómo entender que también Lacan formule que en definitiva lo real se escribe. Es decir que haya letras que indiquen, que bordeen que hay un real que no cesa …
Paradoja es expresar contradicción. Se opone así a la común opinión. Para Deleuze es la afirmación de dos sentidos a la vez; es lo que destruye el buen sentido como sentido único, destruye además al sentido común en tanto identidad fija. Es la destitución de la profundidad, porque expone los acontecimientos en la superficie desplegando el lenguaje a lo largo de este límite. Un elemento paradojal tiene la singularidad de estar desplazado respecto de sí mismo, de faltar a su propio lugar y a su propia identidad, a su propia semejanza y a su propio equilibrio.
Deleuze dice que la fuerza de las paradojas reside en que no son contradictorias si no que nos hacen ”asistir a la génesis de la contradicción”. El principio de contradicción se aplica a lo posible, pero no a lo imposible, que es aquello que sí presentan las paradojas. Es decir que asistimos, con las paradojas, a uno de los modos privilegiados de presentación de lo real. A lo ineliminable.
En el epígrafe queda subrayada una preferencia por lo plural y lo indirecto que da lugar a diferencias y contradicciones.
BIBLIOGRAFIA
Barthes, R.: Variaciones sobre la escritura, Paidos, Buenos Aires, 2003.
Deleuze, G.: Lógica del sentido, Paidos, Barcelona, 1989.
Glasman, Claudio: El padre que no cesa, AAVV, Letra Viva, Buenos Aires, 2006.
Lacan, J.: Escritos 2, Posición del inconsciente, Siglo XXI, Méjico 1976.
Lacan, J.: El Seminario, Las psicosis, Paidos, Barcelona 1984.
Lacan, J.: El Seminario, El Síntoma, Paidós, Buenos Aires 2006.
Lacan, J.: L`étourdit, Revista Escansión nº 1, Paidos, Buenos Aires 1984.
Lacan, J.: Seminario 24, inédito.
Rinesi, Eduardo: del prólogo a El padre que no cesa, AAVV, Letra Viva, Buenos Aires, 2006.
COMO UN CLAVO
“Para el analista queda excluido el ceder.”
FREUD
1.
A partir de la introducción de las nociones: deseo del analista, vacilación calculada, deseo advertido, pareciera que practicar abstinencia ha caído en desuso. En cambio proliferan algunas expresiones: cortes al “blabla”, escansiones, sesiones cortas, hacerse el/la... son propuestas2 de una práctica que la desatiende.
Deseo aquí volver a pensar qué lugar le otorgamos a la abstinencia en la dirección de los análisis a fin de reducir tanto la arbitrariedad del analista, como un retorno descarnado a una sugestión encubierta tras consignas que proponen, por ejemplo, un combate frontal contra el goce, o la abreviación de los análisis (no sólo sesiones cortas, sino análisis ultra cortos) sin dar el tiempo para que el deseo se anime.
El pivote de una política de abstinencia es la exclusión de un elemento. Algo del analista queda fuera del juego: no habla de sí para que el juego transferencial opere. Porque hablar (de sí) implica necesariamente formular directa o indirectamente una demanda; y ya sabemos que la demanda... demanda, y reintroduce en el diálogo el campo especular, cae así la abstinencia porque se ha cedido al dominio de la resistencia -del analista-.
El analista al dar su presencia se implica en la acción, en la oferta de escuchar, y ésta es la condición de la palabra. El concepto de inconsciente es inabordable sin esta presencia.
La docta ignorancia es no saber más allá de las asociaciones del paciente, lo que implica abstinencia de saber y de poder. Es decir: dirigir un análisis sin gobernar ni educar; sin ceder a la tentación de (ab)usar del poder que un saber otorga.
Lo que Lacan ha llamado “deseo advertido” se articula con la regla de abstinencia en tanto no propone un sujeto que sabe, si no un deseo vaciado de todo saber, es decir, negativizado. Es un “no actuar positivo”.
Como las prescripciones de Freud en “Consejos al médico”, que son sólo negativas, la posición del analista se dibuja a partir de una presencia que no piensa, ni sabe, y que está sin ser(lo).
Esta actualidad del no, en tanto condición paradojal de una acción dirigida al carozo del ser, presentifica a la pulsión de muerte. Practicando abstinencia, el analista presentifica su inquietante trabajo silencioso3.
El deseo (advertido) del analista, promueve que haya pase... de ser hablante a (no) ser asociante.
2.
No hay interpretación que no concierna “al lazo de lo que oyen con el goce y que puede ser que lo hagan sin darse cuenta nunca que una interpretación analítica es siempre eso, es el principio mismo de lo que hacen cuando interpretan”4; aunque no sepa, aunque el analista no se percate, si hubo interpretación habrá habido entonces un lazo con el goce. De este modo, y sin saberlo, habría efectos de análisis porque se ha mantenido esta distancia simbólica preservando la abstinencia, entonces habrá habido asociación libre y quizás sin saberlo alguna interpretación.
“Es precisamente en la práctica donde el psicoanalista debe estar a la altura de la estructura que la determina”5. Entiendo que esta estructura es abstinencia de demandar, distancia simbólica. Con o sin teoría (incluso errada) de lo que allí acontece, a veces hay desarrollo de análisis porque se ha preservado la estructura necesaria que propicia la asociación libre: un elemento queda fuera para que la asociación se despliegue, para que el analizante pierda el hilo.
Una existencia que habita por fuera del conjunto de significantes, que promueve una articulación porque está afuera (de sí).
Una paradoja: la transferencia incluye al analista - que habita en el núcleo del síntoma -, pero la abstinencia hace de esa inclusión una exclusión de sí, que es el único modo de garantizar, y aquí cobra fuerza esta afirmación lacaneana, la tarea analizante.
Retomando el epígrafe y parafraseando a W.Gombrowicz: el analista es como un clavo, si cede no penetra.
FREUD
1.
A partir de la introducción de las nociones: deseo del analista, vacilación calculada, deseo advertido, pareciera que practicar abstinencia ha caído en desuso. En cambio proliferan algunas expresiones: cortes al “blabla”, escansiones, sesiones cortas, hacerse el/la... son propuestas2 de una práctica que la desatiende.
Deseo aquí volver a pensar qué lugar le otorgamos a la abstinencia en la dirección de los análisis a fin de reducir tanto la arbitrariedad del analista, como un retorno descarnado a una sugestión encubierta tras consignas que proponen, por ejemplo, un combate frontal contra el goce, o la abreviación de los análisis (no sólo sesiones cortas, sino análisis ultra cortos) sin dar el tiempo para que el deseo se anime.
El pivote de una política de abstinencia es la exclusión de un elemento. Algo del analista queda fuera del juego: no habla de sí para que el juego transferencial opere. Porque hablar (de sí) implica necesariamente formular directa o indirectamente una demanda; y ya sabemos que la demanda... demanda, y reintroduce en el diálogo el campo especular, cae así la abstinencia porque se ha cedido al dominio de la resistencia -del analista-.
El analista al dar su presencia se implica en la acción, en la oferta de escuchar, y ésta es la condición de la palabra. El concepto de inconsciente es inabordable sin esta presencia.
La docta ignorancia es no saber más allá de las asociaciones del paciente, lo que implica abstinencia de saber y de poder. Es decir: dirigir un análisis sin gobernar ni educar; sin ceder a la tentación de (ab)usar del poder que un saber otorga.
Lo que Lacan ha llamado “deseo advertido” se articula con la regla de abstinencia en tanto no propone un sujeto que sabe, si no un deseo vaciado de todo saber, es decir, negativizado. Es un “no actuar positivo”.
Como las prescripciones de Freud en “Consejos al médico”, que son sólo negativas, la posición del analista se dibuja a partir de una presencia que no piensa, ni sabe, y que está sin ser(lo).
Esta actualidad del no, en tanto condición paradojal de una acción dirigida al carozo del ser, presentifica a la pulsión de muerte. Practicando abstinencia, el analista presentifica su inquietante trabajo silencioso3.
El deseo (advertido) del analista, promueve que haya pase... de ser hablante a (no) ser asociante.
2.
No hay interpretación que no concierna “al lazo de lo que oyen con el goce y que puede ser que lo hagan sin darse cuenta nunca que una interpretación analítica es siempre eso, es el principio mismo de lo que hacen cuando interpretan”4; aunque no sepa, aunque el analista no se percate, si hubo interpretación habrá habido entonces un lazo con el goce. De este modo, y sin saberlo, habría efectos de análisis porque se ha mantenido esta distancia simbólica preservando la abstinencia, entonces habrá habido asociación libre y quizás sin saberlo alguna interpretación.
“Es precisamente en la práctica donde el psicoanalista debe estar a la altura de la estructura que la determina”5. Entiendo que esta estructura es abstinencia de demandar, distancia simbólica. Con o sin teoría (incluso errada) de lo que allí acontece, a veces hay desarrollo de análisis porque se ha preservado la estructura necesaria que propicia la asociación libre: un elemento queda fuera para que la asociación se despliegue, para que el analizante pierda el hilo.
Una existencia que habita por fuera del conjunto de significantes, que promueve una articulación porque está afuera (de sí).
Una paradoja: la transferencia incluye al analista - que habita en el núcleo del síntoma -, pero la abstinencia hace de esa inclusión una exclusión de sí, que es el único modo de garantizar, y aquí cobra fuerza esta afirmación lacaneana, la tarea analizante.
Retomando el epígrafe y parafraseando a W.Gombrowicz: el analista es como un clavo, si cede no penetra.
ACERCA DE LA ENUNCIACION
1.
“Una vez emergida la imagen, declara el enfermo verla fragmentarse y desvanecerse conforme avanza en la descripción. El paciente la va gastando (la desmonta) y extinguiendo al irla traduciendo (trasponerla) en palabras”
Transliterar significa más allá; del otro lado…de la letra. Representar con signos de un sistema signos de otro.
La escritura es rajadura, una marca que en el instante que se traza, divide, como en una placa de arcilla. La letra necesita de lo discontinuo, es discreción significante, es contra analógica (Barthes) , es decir, no se parece a nada, no se desprendió del pictograma, sino que se opuso a él. La letra es tachadura... de ninguna huella previa. La transliteración en palabras tacha la imagen, la fragmenta y desmonta el montaje de escenas. Al escuchar el relato de un sueño, la imagen se desvanece y se comienza a reescribir lo escrito en el sueño.
La escucha analítica es sensible al surgimiento de alguna homofonía, porque gracias a ella, en lo simbólico, “nombramos la operación de la transliteración cuando la lectura le concede una voz” . Allouch sostiene que hay consubstancialidad entre literalidad (leer la letra) y homofonía, esta última es la dimensión donde la letra se manifiesta en el Inconsciente. De allí la propuesta de Lacan de tomar (leer) el deseo a la letra, una letra que se hace carne porque el material del significante somos nosotros quienes lo proveemos, es con “nuestros propios miembros – lo imaginario es eso – que armamos el alfabeto de ese discurso que es inconsciente” .
El sujeto se constituye como efecto de la mortificación del significante en el cuerpo, se puede afirmar, entonces, que el significante es causa de sujeto. “El efecto de lenguaje es la causa introducida en el sujeto…Pues su causa es el significante sin el cual no habría ningún sujeto en lo real.”
La letra a (la que se usa para escribir la identidad: a = a), anota que en su división, el sujeto se constituye como no idéntico a si mismo, se pierde - en este acto - la identidad, es decir que se pierde lo que jamás se tuvo. No se postula entonces, una identidad originaria y una posterior división. No; el eje pasa por pensar la constitución misma, la genealogía del sujeto dividida. El acento está puesto en la división, y el resto de esta operación, el objeto a, escribe la imposibilidad de una división perfecta. Escribe así una constitución fallada, cuyo núcleo es la división, cuya causa es el…significante; es decir que no habría una disyunción entre significante (que causa la división) y objeto causa (del deseo). Son los elementos esenciales en la operación de constitución subjetiva: función del significante, caída del objeto.
¿El psicoanálisis infringe la lógica? Lacan lo piensa al revés: es la lógica la que comienza infringiendo la ley del significante cuando escribe a=a.
2
El deseo del analista formula una regla: diga todo lo que se le ocurra. En su enunciación, hay una suposición: quien habla no sabe que dijo ni qué dijo. Es decir que el analista en el acto de enunciar la regla, deja dicho que:
1. Se trata de palabras
2. El saber está del lado de quién emprende la tarea, aunque lo ignora
3. Supone que (en un tiempo por venir) habrá sujeto, función de sujeto
Se apunta así a la enunciación. No al enunciado de la palabra, ni a significados. El se trata de palabras más que relevar tal o cual palabra, pone en juego las funciones de la palabra.
Entiendo que enunciación es ubicar quién habla, a quién le habla y el momento en que habla, haciendo resonar que se dice más o menos que lo que se intenta decir. Escucha y lectura hacen vibrar en acto la división del sujeto. Lo ha dicho, nadie se lo ha hecho decir: no hay vuelta atrás, Ud. lo ha dicho!
Como los espíritus del Averno, el sujeto de la enunciación acude a nuestra invocación, engendrado de nuevo cada vez para volver a eclipsarse, hasta la próxima nueva cita. Un extraño tiempo verbal lo habita: No estaba en el pasado, no es seguro que retorne, su presente es tan fugaz como fugitivo, entonces habrá estado en el instante del acto mismo del decir. En el eco del acto se podrá escuchar un mensaje inédito. El sujeto de la enunciación se constituye como un “habiendo sido” cercano al adagio “Wo Es war, soll Ich werden”, de Freud. Allí donde eso era, el sujeto debiera advenir. Pero ¿adviene? Y si adviniera ¿quedaría estático?, ¿con alguna identidad? Este sujeto (acéfalo) es nadie... que pueda decir yo deseo.
El “escándalo” de la enunciación es que revela que el sujeto es más soporte que agente de la articulación significante, es la consecuencia de una (in)determinada articulación. Sujeto indeterminado que se pierde en la medida que se encuentra. Por cierto, un encuentro extraño. Porque el sujeto de la enunciación sólo se enuncia en tercera persona, en tanto el:
“El no lo sabía”, un minuto más y estaba por saberlo... pero ¿llega a saberlo? ¿Habrá al fin coincidencia entre el sujeto y el saber?
Esa tercera persona (EL) arrastra en la constitución del sujeto una marca de lo impersonal es decir: allí donde el Eso era.
El Usted (pronombre de segunda persona del singular) se conjuga en castellano de igual modo que el singular de la tercera persona, su uso en análisis presentifica esta marca (el eso). Un Eso que produce ambigüedad, indeterminación del sujeto. Entonces, introducir el Ud. en el análisis mantiene la tensión entre la segunda y la tercera persona.
No se trata de contenidos, de representaciones si no que el conjunto vacío, la negación (no lo negado) es lo que representa a nuestro sujeto de la enunciación. El sujeto nunca puede llegar a ser, no puede realizarse plenamente, sólo ex- siste como vacío.
La afirmación de cierto ser implica la pérdida de ser. Todo juicio implica pérdida. Concluir: soy blanco implica que no soy negro. Por eso a veces no se llega al tiempo de concluir el tiempo para comprender. El acto, el juicio, implica ganancia y pérdida.
El sujeto no es más que un efecto del lenguaje, un efecto de vacío.
Cuando Lacan afirma: se trata de un “sujeto que desea sexualmente”, resalta que hay cuerpo, zonas erógenas, pulsión. La función sujeto, no es sin cuerpo. Reitero la cita: El sujeto se constituye como efecto de la mortificación del significante… en el cuerpo.
3
El efecto del lenguaje introduce la causa en el sujeto por eso nuestro sujeto no es causa de si mismo, “lleva en si el gusano de la causa que lo hiende. Pues su causa es el significante sin el cual no habría ningún sujeto en lo real.”(Posición del Inconsciente.)
Las dos operaciones de constitución del sujeto son alienación y separación. La alienación plantea que más que representados en el Otro, “hay rechazo del Otro, en tanto que este Otro ha venido al lugar de esta interrogación por el ser”. Es un del ambiguo que no dice claramente si el rechazo es del Otro al sujeto, o desde el “sujeto” hacia el Otro (genitivo subjetivo u objetivo).
La división del sujeto entre saber y verdad revela que el sujeto no coincide con lo pensado, sino que está excluido: en lo pensado, no alcanzará “el ser”. No es en el saber como conjunto de representaciones en donde el sujeto se encuentra representado. Por el contrario, allí el sujeto está ausente. En este sentido sujeto “es” lo que falta al saber. “Es” esa disyunción misma que no se reduce ni al ser ni al pensar, es la barra que divide. Subvierte así al cogito, al introducir un ni que relaciona al pensar con el ser: penser.(neologismo en español, pensar en francés)
La intersección entre ser y pensar es vacía, como el sujeto mismo: entre un ser, que es falta-en-ser, y que intenta significarse en el campo simbólico del pensar; y el conjunto de los significantes al que le falta aquel significante que pudiera representar al sujeto. La patria significante lo aloja y lo exilia: alienación.
Hay entonces, una inclusión radical del Otro en la definición de sujeto.
El segundo momento es el encuentro con la falta del Otro. El sujeto advino como no siendo, y se articulará a algo que falta en el Otro. Separación.
La barradura del Otro se actualiza en el análisis, en el instante en que el analista oferta intervalo. Favorece la aparición del intervalo que aproxime al sujeto a poner en acto su deseo, aunque sea indecible plenamente.
Siendo que el sujeto es efecto del significante y el objeto su producto, ambos quedan ligados al concepto de corte. En algunas ocasiones Lacan lo define al sujeto, otras al objeto, otras al inconsciente como corte. Si bien cada ocasión merece detenerse en las particularidades de su argumentación, podemos considerar que el corte da cuenta de la incidencia del significante y de sus consecuencias en el sujeto.
El deseo es corte, en tanto requiere de los intersticios entre significantes para circular por la cadena (se presenta articulado pero no es articulable). El significante, se articula en la repetición que es la operación (de separación) que engendra sujeto (definido como corte) y algo cae (objeto a como resto de la operación).
Nuevamente 1
Comentando el chiste “es el primer vuelo=robo (vol, en francés) del águila”, Freud dice que es una condensación que vuelve superfluo al sustituto, un efecto de condensación donde un mismo término se sustituye a sí mismo, siendo él mismo y el otro. Es un efecto de otredad de lo mismo: son las mismas palabras las que retornan como otras. Hay aquí un intervalo.
De un análisis:
Hablando acerca de quien gasta más o menos, dice ella: “al lado de mi marido soy una miserable”. Hay intervalo: miserable no es igual a miserable.
De otro análisis
Una homofonía:•”me gusta ir en el coche y que me digan piropos”
Analista: ¿por qué le gusta Irene?
Analizante: “Irene fue mi amiga de infancia algo mayor que yo que me avivó, manteníamos juegos sexuales.”
La lectura pone en acto la imposibilidad de representación del significante, es decir que sólo representa a un sujeto.
No es una lectura entonces que pretenda una traducción (atada al un-sentido), o una transcripción de sonidos (escritura fonética), se acerca a lo textual, y opera por homofonía.
“La transliteración escribe el escrito, equivale al desciframiento que escribe la cifra”.(J.A.)
Recordando La Metapsicolgía, se acercaría a lo que Freud llama cambio de estado meramente funcional de una huella. La escucha, leyendo, transmuta a lo escuchado en leído. Gracias a (la) voz.
“Hay que recordar que el trazo negro de cada palabra se torna inteligible en el libro merced al blanco de la página. Ese blanco del que la palabra brota y en el que acaba por desaparecer es el silencio primordial. El blanco escribe para nosotros lo fundamental de toda escritura: el círculo de misterio que envuelve nuestra existencia.
La palabra portadora de misterio demanda una lectura lenta, que se interrumpe para meditar, tratar de absorber lo inconmensurable, pide relectura, consideración del blanco. ”
Leo entonces, desde esta cita de Murena, mi texto y descubro que blanco, corte, intervalo, silencio, y separación insisten en estas líneas. Marcas de lo inconmensurable en alguna medida posible, que en las huellas de la repetición engendran la función sujeto.
“Una vez emergida la imagen, declara el enfermo verla fragmentarse y desvanecerse conforme avanza en la descripción. El paciente la va gastando (la desmonta) y extinguiendo al irla traduciendo (trasponerla) en palabras”
Transliterar significa más allá; del otro lado…de la letra. Representar con signos de un sistema signos de otro.
La escritura es rajadura, una marca que en el instante que se traza, divide, como en una placa de arcilla. La letra necesita de lo discontinuo, es discreción significante, es contra analógica (Barthes) , es decir, no se parece a nada, no se desprendió del pictograma, sino que se opuso a él. La letra es tachadura... de ninguna huella previa. La transliteración en palabras tacha la imagen, la fragmenta y desmonta el montaje de escenas. Al escuchar el relato de un sueño, la imagen se desvanece y se comienza a reescribir lo escrito en el sueño.
La escucha analítica es sensible al surgimiento de alguna homofonía, porque gracias a ella, en lo simbólico, “nombramos la operación de la transliteración cuando la lectura le concede una voz” . Allouch sostiene que hay consubstancialidad entre literalidad (leer la letra) y homofonía, esta última es la dimensión donde la letra se manifiesta en el Inconsciente. De allí la propuesta de Lacan de tomar (leer) el deseo a la letra, una letra que se hace carne porque el material del significante somos nosotros quienes lo proveemos, es con “nuestros propios miembros – lo imaginario es eso – que armamos el alfabeto de ese discurso que es inconsciente” .
El sujeto se constituye como efecto de la mortificación del significante en el cuerpo, se puede afirmar, entonces, que el significante es causa de sujeto. “El efecto de lenguaje es la causa introducida en el sujeto…Pues su causa es el significante sin el cual no habría ningún sujeto en lo real.”
La letra a (la que se usa para escribir la identidad: a = a), anota que en su división, el sujeto se constituye como no idéntico a si mismo, se pierde - en este acto - la identidad, es decir que se pierde lo que jamás se tuvo. No se postula entonces, una identidad originaria y una posterior división. No; el eje pasa por pensar la constitución misma, la genealogía del sujeto dividida. El acento está puesto en la división, y el resto de esta operación, el objeto a, escribe la imposibilidad de una división perfecta. Escribe así una constitución fallada, cuyo núcleo es la división, cuya causa es el…significante; es decir que no habría una disyunción entre significante (que causa la división) y objeto causa (del deseo). Son los elementos esenciales en la operación de constitución subjetiva: función del significante, caída del objeto.
¿El psicoanálisis infringe la lógica? Lacan lo piensa al revés: es la lógica la que comienza infringiendo la ley del significante cuando escribe a=a.
2
El deseo del analista formula una regla: diga todo lo que se le ocurra. En su enunciación, hay una suposición: quien habla no sabe que dijo ni qué dijo. Es decir que el analista en el acto de enunciar la regla, deja dicho que:
1. Se trata de palabras
2. El saber está del lado de quién emprende la tarea, aunque lo ignora
3. Supone que (en un tiempo por venir) habrá sujeto, función de sujeto
Se apunta así a la enunciación. No al enunciado de la palabra, ni a significados. El se trata de palabras más que relevar tal o cual palabra, pone en juego las funciones de la palabra.
Entiendo que enunciación es ubicar quién habla, a quién le habla y el momento en que habla, haciendo resonar que se dice más o menos que lo que se intenta decir. Escucha y lectura hacen vibrar en acto la división del sujeto. Lo ha dicho, nadie se lo ha hecho decir: no hay vuelta atrás, Ud. lo ha dicho!
Como los espíritus del Averno, el sujeto de la enunciación acude a nuestra invocación, engendrado de nuevo cada vez para volver a eclipsarse, hasta la próxima nueva cita. Un extraño tiempo verbal lo habita: No estaba en el pasado, no es seguro que retorne, su presente es tan fugaz como fugitivo, entonces habrá estado en el instante del acto mismo del decir. En el eco del acto se podrá escuchar un mensaje inédito. El sujeto de la enunciación se constituye como un “habiendo sido” cercano al adagio “Wo Es war, soll Ich werden”, de Freud. Allí donde eso era, el sujeto debiera advenir. Pero ¿adviene? Y si adviniera ¿quedaría estático?, ¿con alguna identidad? Este sujeto (acéfalo) es nadie... que pueda decir yo deseo.
El “escándalo” de la enunciación es que revela que el sujeto es más soporte que agente de la articulación significante, es la consecuencia de una (in)determinada articulación. Sujeto indeterminado que se pierde en la medida que se encuentra. Por cierto, un encuentro extraño. Porque el sujeto de la enunciación sólo se enuncia en tercera persona, en tanto el:
“El no lo sabía”, un minuto más y estaba por saberlo... pero ¿llega a saberlo? ¿Habrá al fin coincidencia entre el sujeto y el saber?
Esa tercera persona (EL) arrastra en la constitución del sujeto una marca de lo impersonal es decir: allí donde el Eso era.
El Usted (pronombre de segunda persona del singular) se conjuga en castellano de igual modo que el singular de la tercera persona, su uso en análisis presentifica esta marca (el eso). Un Eso que produce ambigüedad, indeterminación del sujeto. Entonces, introducir el Ud. en el análisis mantiene la tensión entre la segunda y la tercera persona.
No se trata de contenidos, de representaciones si no que el conjunto vacío, la negación (no lo negado) es lo que representa a nuestro sujeto de la enunciación. El sujeto nunca puede llegar a ser, no puede realizarse plenamente, sólo ex- siste como vacío.
La afirmación de cierto ser implica la pérdida de ser. Todo juicio implica pérdida. Concluir: soy blanco implica que no soy negro. Por eso a veces no se llega al tiempo de concluir el tiempo para comprender. El acto, el juicio, implica ganancia y pérdida.
El sujeto no es más que un efecto del lenguaje, un efecto de vacío.
Cuando Lacan afirma: se trata de un “sujeto que desea sexualmente”, resalta que hay cuerpo, zonas erógenas, pulsión. La función sujeto, no es sin cuerpo. Reitero la cita: El sujeto se constituye como efecto de la mortificación del significante… en el cuerpo.
3
El efecto del lenguaje introduce la causa en el sujeto por eso nuestro sujeto no es causa de si mismo, “lleva en si el gusano de la causa que lo hiende. Pues su causa es el significante sin el cual no habría ningún sujeto en lo real.”(Posición del Inconsciente.)
Las dos operaciones de constitución del sujeto son alienación y separación. La alienación plantea que más que representados en el Otro, “hay rechazo del Otro, en tanto que este Otro ha venido al lugar de esta interrogación por el ser”. Es un del ambiguo que no dice claramente si el rechazo es del Otro al sujeto, o desde el “sujeto” hacia el Otro (genitivo subjetivo u objetivo).
La división del sujeto entre saber y verdad revela que el sujeto no coincide con lo pensado, sino que está excluido: en lo pensado, no alcanzará “el ser”. No es en el saber como conjunto de representaciones en donde el sujeto se encuentra representado. Por el contrario, allí el sujeto está ausente. En este sentido sujeto “es” lo que falta al saber. “Es” esa disyunción misma que no se reduce ni al ser ni al pensar, es la barra que divide. Subvierte así al cogito, al introducir un ni que relaciona al pensar con el ser: penser.(neologismo en español, pensar en francés)
La intersección entre ser y pensar es vacía, como el sujeto mismo: entre un ser, que es falta-en-ser, y que intenta significarse en el campo simbólico del pensar; y el conjunto de los significantes al que le falta aquel significante que pudiera representar al sujeto. La patria significante lo aloja y lo exilia: alienación.
Hay entonces, una inclusión radical del Otro en la definición de sujeto.
El segundo momento es el encuentro con la falta del Otro. El sujeto advino como no siendo, y se articulará a algo que falta en el Otro. Separación.
La barradura del Otro se actualiza en el análisis, en el instante en que el analista oferta intervalo. Favorece la aparición del intervalo que aproxime al sujeto a poner en acto su deseo, aunque sea indecible plenamente.
Siendo que el sujeto es efecto del significante y el objeto su producto, ambos quedan ligados al concepto de corte. En algunas ocasiones Lacan lo define al sujeto, otras al objeto, otras al inconsciente como corte. Si bien cada ocasión merece detenerse en las particularidades de su argumentación, podemos considerar que el corte da cuenta de la incidencia del significante y de sus consecuencias en el sujeto.
El deseo es corte, en tanto requiere de los intersticios entre significantes para circular por la cadena (se presenta articulado pero no es articulable). El significante, se articula en la repetición que es la operación (de separación) que engendra sujeto (definido como corte) y algo cae (objeto a como resto de la operación).
Nuevamente 1
Comentando el chiste “es el primer vuelo=robo (vol, en francés) del águila”, Freud dice que es una condensación que vuelve superfluo al sustituto, un efecto de condensación donde un mismo término se sustituye a sí mismo, siendo él mismo y el otro. Es un efecto de otredad de lo mismo: son las mismas palabras las que retornan como otras. Hay aquí un intervalo.
De un análisis:
Hablando acerca de quien gasta más o menos, dice ella: “al lado de mi marido soy una miserable”. Hay intervalo: miserable no es igual a miserable.
De otro análisis
Una homofonía:•”me gusta ir en el coche y que me digan piropos”
Analista: ¿por qué le gusta Irene?
Analizante: “Irene fue mi amiga de infancia algo mayor que yo que me avivó, manteníamos juegos sexuales.”
La lectura pone en acto la imposibilidad de representación del significante, es decir que sólo representa a un sujeto.
No es una lectura entonces que pretenda una traducción (atada al un-sentido), o una transcripción de sonidos (escritura fonética), se acerca a lo textual, y opera por homofonía.
“La transliteración escribe el escrito, equivale al desciframiento que escribe la cifra”.(J.A.)
Recordando La Metapsicolgía, se acercaría a lo que Freud llama cambio de estado meramente funcional de una huella. La escucha, leyendo, transmuta a lo escuchado en leído. Gracias a (la) voz.
“Hay que recordar que el trazo negro de cada palabra se torna inteligible en el libro merced al blanco de la página. Ese blanco del que la palabra brota y en el que acaba por desaparecer es el silencio primordial. El blanco escribe para nosotros lo fundamental de toda escritura: el círculo de misterio que envuelve nuestra existencia.
La palabra portadora de misterio demanda una lectura lenta, que se interrumpe para meditar, tratar de absorber lo inconmensurable, pide relectura, consideración del blanco. ”
Leo entonces, desde esta cita de Murena, mi texto y descubro que blanco, corte, intervalo, silencio, y separación insisten en estas líneas. Marcas de lo inconmensurable en alguna medida posible, que en las huellas de la repetición engendran la función sujeto.
miércoles, 1 de diciembre de 2010
CUERPO EN EXCESO
“Cuando el individuo, a medida de su crecimiento, se libera de la autoridad de sus padres, incurre en una de las consecuencias más necesarias aunque también una de las más dolorosas que el curso de su desarrollo le acarrea...”
Freud S.(1907): La novela familiar del neurótico
CREENCIAS
1.
Durante el ritual, los mayores de la tribu se quitan las máscaras y se dan a conocer. Provocan con este acto una conmoción en los niños, que creían hasta ese instante en la existencia de los espíritus. Se les da a saber, mediante este ritual de iniciación, que esos espíritus no son tales, sino que eran sus mayores ocultos por máscaras (La otra escena ). Sorpresa y conmoción. La creencia vacila.
Manonni relata este ritual hopi para explicar que toda creencia necesita ser soportada por otro. De este modo invierte la dirección: son los niños quienes sostienen la creencia de los adultos, que sin el engaño a los niños, máscaras mediante, no podrían mantener sus propias creencias. Entonces, el engaño a los niños mantenido hasta el ritual de iniciación, es un elemento determinante, necesario para sostener la credulidad... de los adultos. Es el concepto de renegación (Verleügnung) el que explica la permanencia de las creencias.
La primera creencia mágica es la creencia en la existencia del falo. A pesar de haber descubierto la castración, “aun así”, el niño continúa creyendo que la madre posee falo. Esta creencia será el modelo, la matriz de todas las transformaciones sucesivas de las creencias.
Manonni relata que los niños, al dejar de sostener la creencia de los adultos, pasan ellos mismos a disfrazarse, para hacerles creer a los otros niños la existencia de los espíritus de la tribu. En este sentido hay un pase; un movimiento que comienza cuando el niño le sostiene al adulto su credulidad, y finaliza como crédulo que necesitará de otro niño. Adulto es aquel que sabe que los espíritus no existen, pero “aun así” su creencia permanece alienada en los niños.
2.
En La Lección 34 hemos encontrado una indicación de sumo interés para la práctica psicoanalítica con niños: “No hemos vacilado en aplicar la terapia analítica a aquéllos niños que mostraban síntomas neuróticos inequívocos o aparecían en vías de una evolución indeseable del carácter.”
Advierte, además, la aporía de los educadores: “es imposible dejarle al niño la libertad de seguir sin restricción alguna sus impulsos, les haría éste imposible la vida a sus padres y acarrearía además a los niños graves perjuicios. La educación tiene forzosamente que cohibir, prohibir y sojuzgar, pero este sojuzgamiento de las pulsiones trae consigo el peligro de la enfermedad neurótica, el poderío de una constitución violenta de las pulsiones nunca lo podrá suprimir la educación.” - No hay salida. Con mucha prohibición o sin prohibición, la sexualidad es traumática -.
Agrega: “El análisis de los maestros y educadores parece ser una medida más eficaz aun que el análisis de los niños y además menos difícil de llevar a cabo. Sabéis que nunca fui muy entusiasta de la terapia. Tiene sus triunfos y sus descalabros, sus dificultades y sus indicaciones”.
Un analista que decide tomar a un niño o a un púber en análisis, es porque ha concluido, a partir de las entrevistas (tiempo de comprender), esa indicación. Esta conclusión no ocurre por fuera de lo que se ha escuchado en las entrevistas con los padres. Negarse a atender a un púber podría resultar, en alguna ocasión, un acto que ahorrará desgastes inútiles, y que podría abrir nuevos interrogantes para quienes consultan.
En este sentido, contemplar las vicisitudes de las creencias, su sostenimiento, o su caída, es fundamental. ¿Cuál es el lugar que ocupaba el niño respecto de éstas y qué es lo que se ha arruinado con la llegada de la pubertad - con la eyaculación, con la menarca -?
Cuando Freud afirma que no ha vacilado en aplicar la terapia analítica a aquéllos niños que presentan síntomas neuróticos “inequívocos”, es porque escuchó quién padece. Una decisión. Lo inequívoco es la certeza del analista, de que el padecimiento es del niño o del púber, y sólo secundariamente de los padres.
3.
Rechazos y negativas de los púberes a las indicaciones de los padres, suelen ocurrir cuando la autoridad se les presenta descarnada. No es sólo la autoridad de quien ordena o la autoridad derivada del poder, sino la relación que establecen con las palabras de los padres (amados, idealizados). En una de las reuniones de los Miércoles, Freud interviene diciendo que la relación del chico con la palabra de los padres es traumática porque son los padres quienes transmiten la lengua. Le han enseñado a hablar y con las palabras, cree que le han enseñado también, los pensamientos. Su autoridad residiría en que el chico cree que ellos conocen, saben sus pensamientos.
Recordemos que el uso de la palabra "autoridad" remite a alguien que sabe de eso - es una autoridad, se dice - por lo tanto “liberarse de la autoridad de los padres” es concluir que ellos ya no saben, que entonces no lo sabían (a él), no conocían los pensamientos (de él). Ni siquiera saben lo que ellos mismos piensan.
No sólo han brindado pruebas de este desconocimiento sino que además los hijos comprueban que sus padres no están a la altura de sus palabras, de sus dichos. Sus enunciados no coinciden ni con las enunciaciones ni con sus acciones. Padecen síntomas.
En el epígrafe citado al comienzo, Freud afirma que es doloroso liberarse de la autoridad de los padres. Quizás, lo doloroso es dejar de ser soporte de la creencia de los padres. El dolor es tanto para el niño, que ya no lo es, como para los padres, que ya no lo tienen.
La creencia que quizás permanecía coagulada, fijada, vuelve a vacilar en el momento en que irrumpe el desarrollo sexual. Ese cuerpo que vivía ilusoriamente ajustado a esas creencias, que había sido latente, ahora late en otra dimensión en la que resalta el desajuste y la disarmonía, entorpeciendo con sus movimientos - fuera del territorio familiar - la “procustiana” adecuación a la ilusoria ecuación cuerpo = falo.
El inicio de la eyaculación (des)ubica al varón en una experiencia inédita, la sensación del orgasmo vendrá acompañada de esa sustancia nueva de la cual tampoco tenía experiencia, que lleva consigo el riesgo de la reproducción. Se impone una equivalencia entre satisfacción - orgasmo (pequeña muerte) - reproducción (que lleva a la muerte, es decir a la castración).
INMADUREZ
“No sabía a quién pertenecía: si a los que me respetaban o a los que me trataban de mocoso.” Ferdydurke - de W. Gombrowicz
1.
En la novela Ferdydurke , de W. Gombrowicz, el autor formula una tajante oposición a la categoría de la buena forma, de la forma acabada, desde lo que podríamos llamar un elogio a la inmadurez.
La inmadurez, nos transmite, es sinónimo de vida, de absurdo, de desmesura y barroco, mientras la madurez lleva a la fosilización, en definitiva a la muerte. Exhorta a los jóvenes a liberarse de las formas.
“Hay todo un mar de juicios que te definen, juicios de empleadas, de primas de abogados, de publicistas, de esposas de médicos; juicios que te crean en el alma de otro hombre, es como si uno naciera en un millar de almas estrechas” .
El héroe de la novela escucha atentamente en el colegio, los diálogos de sus compañeros; de quienes están cerca de los 12 años, con sus caras apasteladas y sus movimientos vacilantes, escucha que el tema principal de sus conversaciones es sobre los órganos sexuales; en cambio, para quienes se acercan a los 20 el tema excluyente es el de las relaciones sexuales.
Con J.Kristeva rechazamos la idea de que la adolescencia es una categoría de edad. Propone llamarla “estructura psíquica abierta”, porque se renuevan identificaciones y se cuestionan otras. Se trataría de una estructura de crisis, opuesta a otras en las que se supone una estabilización lograda. Le otorga a los habituales ejercicios de escritura en los adolescentes un lugar de práctica semiótica, un complemento fálico para organizar lo psíquico y apropiarse narcisísticamente del cuerpo.
2.
El despertar de la pubertad cuestiona lo logrado hasta el momento, lo ya identificado. Hay un intento paradojal, dificultoso, de apropiarse del cuerpo, que desde las zonas erógenas y del despertar sexual, se sustrae incesantemente a ese intento. Cuando irrumpe el sexo (exceso) y los jóvenes intentan relacionarse con otros, surge la desmesura y la angustia (defecto).
MASTURBACION
1.
La masturbación es el instrumento para tener un cuerpo propio, para dominarlo. Sin embargo, este instrumento puede derivar en exceso y compulsión; formar parte de lo indominado, de lo endemoniado, de lo que se impone excediendo la gratificación narcisista anhelada. La búsqueda compulsiva de gratificaciones narcisistas (masturbatorias) la pensamos como un intento renegatorio, de afirmación de una supuesta integridad -fálica- del cuerpo frente al desacople con que amenaza el inminente acoplamiento.
Los defectos de sus virtudes -nocividad- y las virtudes de sus defectos -utilidad- así llama Freud a esta doble faz de la masturbación.
Desde el caso Juanito sabemos que la irrupción de la genitalidad (falicidad) desordena la -buena- forma adquirida del cuerpo. Con la llegada de la pubertad el órgano fálico rompe - nuevamente - la imagen, y en el intento de hacer uno en la relación sexual, encuentra desproporción y angustia; exceso y defecto.
La buena forma - forma del círculo donde coincide el centro con el centro - no coincide con la esencia palpitante de la vida.
RELACION SEXUAL
1.
El despertar de la pubertad utiliza el material somático y psíquico ya existente: la elección de objeto ya fue efectuada a pesar de “no tener con qué” acceder al objeto. El desarrollo del yo y sus objetos no coincide con el desarrollo libidinal. Es a destiempo. Hay una excitación precoz del cuerpo, una constitución tardía del yo, una elección anticipada de objeto, y un cuerpo que responde sólo fragmentariamente, es decir, con sus zonas erógenas.
En la pubertad aparece una “intensa emoción erótica psíquica”, que intenta unificar los procesos somáticos y psíquicos que marchaban hasta ese momento inconexos. Esta intensa emoción no sólo está en relación a la maduración biológica del cuerpo, sino también a la relación que el púber establece con los juicios de los otros, con los otros cuerpos, con nuevas miradas que sitúan al cuerpo en otro lugar, ya no tan familiar. Encuentro con una falla que a los gritos denuncia lo inmaduro, lo informe que incesantemente aparece en las citas con la castración. El otro cuerpo es el terreno del desencuentro sexual, de la descomposición de una anhelada unidad, cuerpo de donde parten y al que se envían señales de angustia.
2.
En El Estadio del Espejo (1948) Lacan subrayaba la tensión original entre la realidad del cuerpo, la inmadurez y la Imago ideal que el cuerpo asume por identificación especular con la imagen anticipada. La relación entre el cuerpo y la imagen es asintótica, no coinciden. Nunca coincidirá plenamente la imago con la realidad del cuerpo. Las zonas erógenas, bordes del cuerpo, hacen fracasar el intento de esta imago de representar al cuerpo en su totalidad.
La llegada de la madurez sexual paradojalmente llama a la inmaduro que cuestiona lo acabado. Una repetición de la tensión entre la inmadurez y la buena forma (imagen narcisista).
El material somático y psíquico ya existente, no puede asimilar lo nuevo: el desarrollo sexual, porque no sutura la separación entre el cuerpo y la imago, ni la distancia entre el goce esperado y el alcanzado, con el cuerpo “propio” ni con los otros cuerpos. La satisfacción, a pesar de la adquisición de la función sexual, no deja de ser parcial.
La corriente unificadora sexual fracasa en lograr la representación de toda la sexualidad humana, así como el yo fracasa en su intento de olvidar los agujeros de las zonas erógenas.
3.
El Complejo de Castración es la marca de la distancia entre el cuerpo y su imagen (fálica-amable), es el responsable de la sustracción del cuerpo al goce materno. Esta operación no implica que se disponga de ese goce ni de ese cuerpo arrancado al cuerpo materno. Ubica al sujeto exiliado del cuerpo materno, pero a su vez, lo exilia del “propio” cuerpo; le hace perder lo que nunca tuvo, porque el cuerpo se constituye en una ecuación cuerpo = falo, que lo somete a una pérdida de propiedad. Al separar al goce del cuerpo, la castración impide habitar al goce como en la propia casa, lo reduce a territorio extraño en los síntomas. En este sentido, la constitución del síntoma es equivalente al modo de constitución del cuerpo. Ambos, cuerpo y síntoma, síntoma (en el) y cuerpo, son extraños, funcionan como cuerpos extraños. Territorios extra territoriales. Cuerpos infiltrados.
El planteo lacaneano de el síntoma o lo peor sostiene que si hay constitución del síntoma habrá un goce mitigado, sustitutivo, que converge con una función restitutiva, que limita a la palabra y al goce del Otro. Si no lo hay habrá lo peor: un goce cuyo único color sea el sacrificio.
Es justamente a partir de la pubertad que suelen irrumpir síntomas que antes estaban... latentes.
SILENCIOS
Irrumpe el sexo haciendo ruido, y sin embargo hay silencios. Silencios en los tratamientos, cuando el tratamiento es correctamente indicado, y silencios cuando el tratamiento fue apresuradamente indicado. Si se lo ha sometido al tratamiento, lo único que le queda es refugiarse en el silencio. Los silencios aparecen constantemente en la práctica con púberes, sin embargo no son todos iguales. Desde ese silencio descarnado, resistencial que grita “no soy yo el que debería estar aquí con Ud., por eso no hablo”, a otros, vergonzosos, que intentan ocultar masturbación y fantasías, o que indican una inhibición.
El reacomodamiento pulsional que sitúa a las pulsiones parciales en relación a la reproducción y a la muerte, actualiza un silencio mortífero que Freud no vacila en adjudicar a la pulsión de muerte, y que Lacan lo conceptualiza en relación a las pulsiones parciales y a la ligazón de la reproducción con la muerte. Silencio y autoerotismo son relacionados en esta brillante cita del Seminario XI: “En ciertos silencios vemos despuntar la instancia pura de la pulsión oral cerrándose en su satisfacción.”
Es necesario distinguir de qué silencio se trata.
JUEGOS
En el texto El Chiste y su relación con el Inconsciente Freud teoriza sobre el juego de palabras que realizan los niños con las palabras obteniendo una ganancia de placer en este juego: “Este placer, placer del ritmo, de la rima, va siéndole prohibido al niño cada día más por su propia razón, hasta dejarlo limitado a aquellas uniones de palabras que forman un sentido”. Ya dejan de jugar con las palabras tontamente, para armar sentido. Estos sentidos que el chico por su “razón” establece son conceptaulizados por Lacan como el “precipitado de la significación fálica”, precipitado de la constitución fantasmática que impide seguir jugando con las palabras. Agrega Freud: “Los adolescentes no se atreven a disparatar sin rebozo alguno, pero su tendencia a la actividad sin objetivo parece ser una derivación directa del placer de disparatar.”
Abandonan el juego de palabras, pero obtienen placer en las actividades que carecen de objetivos. Se usa ese placer residual en la capacidad de jugar.
Es importante el valor del juego con los púberes. No se trata a mi entender de jugar y punto, de acompañarlos en el juego para que hagan - si de niños se trata - su neurosis infantil, y en el caso de los púberes acompañarlos en este tiempo dificultoso de la pubertad. El juego no es el juego en sí mismo, sino que promovemos el juego para que pueda decir algo con y en el juego. El juego en sí mismo es interesante, es importante y necesario. Que un niño no juegue es sintomático, pero que sólo juegue en un análisis no es suficiente. Es importante pero no es suficiente porque es necesaria la intervención del analista en el juego. En algún momento por su boca una palabra irrumpe. En este sentido tomamos al juego como pre - texto, intentando hacer una lectura que transmute, lo que podría quedar como mera acción, en discurso.
Podemos en el juego mismo, decir algo que marque un borde en el que el juego deja de ser juego y sin embargo es juego ; jugando el analista dice algo - en transferencia - que dispara un paso de sentido. No es que ahora no se juega y se interpreta, sino que jugando, si se dice algo que una vez dicho sea una interpretación, posiblemente el juego que hasta ese momento se desplegaba en las sesiones se desgaste. El paciente resuelve jugar a otra cosa, o acepta con entusiasmo un juego nuevo que el analista propone. Es jugando pero “no es jugando”. Ese borde habría que resaltarlo, sino un analista queda reducido a un compañero imaginario de juegos. En el juego analítico, entre enunciado y enunciación damos lugar a la emergencia de una interpretación.
El sujeto del análisis - en su singularidad - no preexiste al juego sino que resulta de un movimiento entre juego y juego, entre la eficacia de la lectura de un juego y su acción en retardo sobre el primero.
En una ocasión le propuse a un paciente de quince años que trajera un juego. Trae el “Simon”, un juego con sonidos y colores que hay que reproducir, según va avanzando se complejiza la secuencia. Me ganaba siempre. Jugábamos, a veces hablábamos. Después de cierto tiempo, comienza a jugar además con un Nuntchaku, un arma ninja, que mueve delante de mis ojos con gran destreza.
Paulatinamente los movimientos se transforman, ya no son de ataque, ni de defensa, el enemigo se desvanece en el aire. Permanece de pie, concentrado, sumido en otra escena. Una vara queda bajo su axila, la otra unida por la cadena queda en su mano en posición vertical. Su mano comienza lentamente a dibujar con la vara un movimiento armónico en el aire, suave, acompasado. Cuál fue la sorpresa cuando me escucho diciendo lo que allí leo:
- estás dirigiendo la orquesta!
Fue ahí que se reveló una clave. Su padre que había muerto cuando él era muy pequeño, había sido director de orquesta. Y él jugando dirigía correctamente la orquesta imaginaria, como antes seguía a la orquesta del Simon. El juego que había elegido, ahora (después de jugar) adquiría texto.
.
DISCUSION
En el artículo La Transferencia a la Cantonade, E. Porge sostiene que el terreno de la infancia es el terreno de la prohibición del Edipo y que la pubertad es el encuentro con la imposibilidad. Agrega que en la infancia hay relación sexual y en la pubertad surge un saber con respecto a que no hay relación sexual.
Esta sucesión que Porge nos plantea entre prohibición e imposibilidad, es absolutamente arbitraria porque desconoce justamente que la prohibición es una manera de velar la imposibilidad (del goce). Se prohibe, no lo que se puede sino aquello que es imposible. Es decir que la prohibición hace que lo imposible sea fantasmáticamente posible.
Freud sitúa la imposibilidad en la infancia. Desde Tres Ensayos hasta El Final del Complejo de Edipo, sostiene que el Edipo sucumbe por una imposibilidad interna.
Es discutible la afirmación de que en la infancia hay relación sexual porque el chico es objeto del deseo de los padres, y que en la pubertad se encuentra con la imposibilidad de la relación sexual. La posibilidad de la relación sexual actualiza la imposibilidad de cerrar la distancia entre el placer hallado y el placer buscado. Actualiza, no inaugura.
Estos desarrollos de Porge son simétricos a la queja de la madre que dice que las cosas ya no son como antes. Una versión neurótica, nostálgica por lo que ya no hay, por lo que supuestamente había, según la creencia materna. Si lo que había era la equivalencia niño = falo , renegatoria de la castración, es esta misma equivalencia la que marca una distancia, una identidad imposible del niño con el falo. Hay equivalencia porque no hay identidad. Se inscribe la castración a condición de renegarla.
La afirmación de Porge tiene por supuesto consecuencias prácticas: sólo habría que acompañar al púber en el juego hasta que se inscriba “naturalmente” la imposibilidad de la relación sexual.
A pesar de estas afirmaciones, transmite la excelente idea de que hay intervenciones que, dichas a los padres pegan en los síntomas de los hijos.
En el transcurso de unas entrevistas por una niña con enuresis nocturna, los padres estaban muy angustiados. Cuando les pregunté durante las entrevistas qué más le pasaba a la niña, responden que a la niña le va bien en la escuela, juega, se lleva bien con su hermana, está bien. Tampoco se angustia por la enuresis. Para los padres, lo insoportable dicen, era que algo no funcionara bien. La cuestión era justamente que algo puede no funcionar bien. Por qué todo tiene que encajar perfecto?. Esto fue lo que se dijo y al poco tiempo la enuresis desaparece y el analista no conoce a la “enurética”, nunca llamó a la “enurética” al consultorio. La angustia era por no soportar que algo en ese cuerpo (familiar), no funcionara bien.
Fue una intervención “a la cantonade”, como dice Porge, dicha a los padres pero con resonancia en el cuerpo de la niña.
DANIEL RUBINSZTEJN
Freud S.(1907): La novela familiar del neurótico
CREENCIAS
1.
Durante el ritual, los mayores de la tribu se quitan las máscaras y se dan a conocer. Provocan con este acto una conmoción en los niños, que creían hasta ese instante en la existencia de los espíritus. Se les da a saber, mediante este ritual de iniciación, que esos espíritus no son tales, sino que eran sus mayores ocultos por máscaras (La otra escena ). Sorpresa y conmoción. La creencia vacila.
Manonni relata este ritual hopi para explicar que toda creencia necesita ser soportada por otro. De este modo invierte la dirección: son los niños quienes sostienen la creencia de los adultos, que sin el engaño a los niños, máscaras mediante, no podrían mantener sus propias creencias. Entonces, el engaño a los niños mantenido hasta el ritual de iniciación, es un elemento determinante, necesario para sostener la credulidad... de los adultos. Es el concepto de renegación (Verleügnung) el que explica la permanencia de las creencias.
La primera creencia mágica es la creencia en la existencia del falo. A pesar de haber descubierto la castración, “aun así”, el niño continúa creyendo que la madre posee falo. Esta creencia será el modelo, la matriz de todas las transformaciones sucesivas de las creencias.
Manonni relata que los niños, al dejar de sostener la creencia de los adultos, pasan ellos mismos a disfrazarse, para hacerles creer a los otros niños la existencia de los espíritus de la tribu. En este sentido hay un pase; un movimiento que comienza cuando el niño le sostiene al adulto su credulidad, y finaliza como crédulo que necesitará de otro niño. Adulto es aquel que sabe que los espíritus no existen, pero “aun así” su creencia permanece alienada en los niños.
2.
En La Lección 34 hemos encontrado una indicación de sumo interés para la práctica psicoanalítica con niños: “No hemos vacilado en aplicar la terapia analítica a aquéllos niños que mostraban síntomas neuróticos inequívocos o aparecían en vías de una evolución indeseable del carácter.”
Advierte, además, la aporía de los educadores: “es imposible dejarle al niño la libertad de seguir sin restricción alguna sus impulsos, les haría éste imposible la vida a sus padres y acarrearía además a los niños graves perjuicios. La educación tiene forzosamente que cohibir, prohibir y sojuzgar, pero este sojuzgamiento de las pulsiones trae consigo el peligro de la enfermedad neurótica, el poderío de una constitución violenta de las pulsiones nunca lo podrá suprimir la educación.” - No hay salida. Con mucha prohibición o sin prohibición, la sexualidad es traumática -.
Agrega: “El análisis de los maestros y educadores parece ser una medida más eficaz aun que el análisis de los niños y además menos difícil de llevar a cabo. Sabéis que nunca fui muy entusiasta de la terapia. Tiene sus triunfos y sus descalabros, sus dificultades y sus indicaciones”.
Un analista que decide tomar a un niño o a un púber en análisis, es porque ha concluido, a partir de las entrevistas (tiempo de comprender), esa indicación. Esta conclusión no ocurre por fuera de lo que se ha escuchado en las entrevistas con los padres. Negarse a atender a un púber podría resultar, en alguna ocasión, un acto que ahorrará desgastes inútiles, y que podría abrir nuevos interrogantes para quienes consultan.
En este sentido, contemplar las vicisitudes de las creencias, su sostenimiento, o su caída, es fundamental. ¿Cuál es el lugar que ocupaba el niño respecto de éstas y qué es lo que se ha arruinado con la llegada de la pubertad - con la eyaculación, con la menarca -?
Cuando Freud afirma que no ha vacilado en aplicar la terapia analítica a aquéllos niños que presentan síntomas neuróticos “inequívocos”, es porque escuchó quién padece. Una decisión. Lo inequívoco es la certeza del analista, de que el padecimiento es del niño o del púber, y sólo secundariamente de los padres.
3.
Rechazos y negativas de los púberes a las indicaciones de los padres, suelen ocurrir cuando la autoridad se les presenta descarnada. No es sólo la autoridad de quien ordena o la autoridad derivada del poder, sino la relación que establecen con las palabras de los padres (amados, idealizados). En una de las reuniones de los Miércoles, Freud interviene diciendo que la relación del chico con la palabra de los padres es traumática porque son los padres quienes transmiten la lengua. Le han enseñado a hablar y con las palabras, cree que le han enseñado también, los pensamientos. Su autoridad residiría en que el chico cree que ellos conocen, saben sus pensamientos.
Recordemos que el uso de la palabra "autoridad" remite a alguien que sabe de eso - es una autoridad, se dice - por lo tanto “liberarse de la autoridad de los padres” es concluir que ellos ya no saben, que entonces no lo sabían (a él), no conocían los pensamientos (de él). Ni siquiera saben lo que ellos mismos piensan.
No sólo han brindado pruebas de este desconocimiento sino que además los hijos comprueban que sus padres no están a la altura de sus palabras, de sus dichos. Sus enunciados no coinciden ni con las enunciaciones ni con sus acciones. Padecen síntomas.
En el epígrafe citado al comienzo, Freud afirma que es doloroso liberarse de la autoridad de los padres. Quizás, lo doloroso es dejar de ser soporte de la creencia de los padres. El dolor es tanto para el niño, que ya no lo es, como para los padres, que ya no lo tienen.
La creencia que quizás permanecía coagulada, fijada, vuelve a vacilar en el momento en que irrumpe el desarrollo sexual. Ese cuerpo que vivía ilusoriamente ajustado a esas creencias, que había sido latente, ahora late en otra dimensión en la que resalta el desajuste y la disarmonía, entorpeciendo con sus movimientos - fuera del territorio familiar - la “procustiana” adecuación a la ilusoria ecuación cuerpo = falo.
El inicio de la eyaculación (des)ubica al varón en una experiencia inédita, la sensación del orgasmo vendrá acompañada de esa sustancia nueva de la cual tampoco tenía experiencia, que lleva consigo el riesgo de la reproducción. Se impone una equivalencia entre satisfacción - orgasmo (pequeña muerte) - reproducción (que lleva a la muerte, es decir a la castración).
INMADUREZ
“No sabía a quién pertenecía: si a los que me respetaban o a los que me trataban de mocoso.” Ferdydurke - de W. Gombrowicz
1.
En la novela Ferdydurke , de W. Gombrowicz, el autor formula una tajante oposición a la categoría de la buena forma, de la forma acabada, desde lo que podríamos llamar un elogio a la inmadurez.
La inmadurez, nos transmite, es sinónimo de vida, de absurdo, de desmesura y barroco, mientras la madurez lleva a la fosilización, en definitiva a la muerte. Exhorta a los jóvenes a liberarse de las formas.
“Hay todo un mar de juicios que te definen, juicios de empleadas, de primas de abogados, de publicistas, de esposas de médicos; juicios que te crean en el alma de otro hombre, es como si uno naciera en un millar de almas estrechas” .
El héroe de la novela escucha atentamente en el colegio, los diálogos de sus compañeros; de quienes están cerca de los 12 años, con sus caras apasteladas y sus movimientos vacilantes, escucha que el tema principal de sus conversaciones es sobre los órganos sexuales; en cambio, para quienes se acercan a los 20 el tema excluyente es el de las relaciones sexuales.
Con J.Kristeva rechazamos la idea de que la adolescencia es una categoría de edad. Propone llamarla “estructura psíquica abierta”, porque se renuevan identificaciones y se cuestionan otras. Se trataría de una estructura de crisis, opuesta a otras en las que se supone una estabilización lograda. Le otorga a los habituales ejercicios de escritura en los adolescentes un lugar de práctica semiótica, un complemento fálico para organizar lo psíquico y apropiarse narcisísticamente del cuerpo.
2.
El despertar de la pubertad cuestiona lo logrado hasta el momento, lo ya identificado. Hay un intento paradojal, dificultoso, de apropiarse del cuerpo, que desde las zonas erógenas y del despertar sexual, se sustrae incesantemente a ese intento. Cuando irrumpe el sexo (exceso) y los jóvenes intentan relacionarse con otros, surge la desmesura y la angustia (defecto).
MASTURBACION
1.
La masturbación es el instrumento para tener un cuerpo propio, para dominarlo. Sin embargo, este instrumento puede derivar en exceso y compulsión; formar parte de lo indominado, de lo endemoniado, de lo que se impone excediendo la gratificación narcisista anhelada. La búsqueda compulsiva de gratificaciones narcisistas (masturbatorias) la pensamos como un intento renegatorio, de afirmación de una supuesta integridad -fálica- del cuerpo frente al desacople con que amenaza el inminente acoplamiento.
Los defectos de sus virtudes -nocividad- y las virtudes de sus defectos -utilidad- así llama Freud a esta doble faz de la masturbación.
Desde el caso Juanito sabemos que la irrupción de la genitalidad (falicidad) desordena la -buena- forma adquirida del cuerpo. Con la llegada de la pubertad el órgano fálico rompe - nuevamente - la imagen, y en el intento de hacer uno en la relación sexual, encuentra desproporción y angustia; exceso y defecto.
La buena forma - forma del círculo donde coincide el centro con el centro - no coincide con la esencia palpitante de la vida.
RELACION SEXUAL
1.
El despertar de la pubertad utiliza el material somático y psíquico ya existente: la elección de objeto ya fue efectuada a pesar de “no tener con qué” acceder al objeto. El desarrollo del yo y sus objetos no coincide con el desarrollo libidinal. Es a destiempo. Hay una excitación precoz del cuerpo, una constitución tardía del yo, una elección anticipada de objeto, y un cuerpo que responde sólo fragmentariamente, es decir, con sus zonas erógenas.
En la pubertad aparece una “intensa emoción erótica psíquica”, que intenta unificar los procesos somáticos y psíquicos que marchaban hasta ese momento inconexos. Esta intensa emoción no sólo está en relación a la maduración biológica del cuerpo, sino también a la relación que el púber establece con los juicios de los otros, con los otros cuerpos, con nuevas miradas que sitúan al cuerpo en otro lugar, ya no tan familiar. Encuentro con una falla que a los gritos denuncia lo inmaduro, lo informe que incesantemente aparece en las citas con la castración. El otro cuerpo es el terreno del desencuentro sexual, de la descomposición de una anhelada unidad, cuerpo de donde parten y al que se envían señales de angustia.
2.
En El Estadio del Espejo (1948) Lacan subrayaba la tensión original entre la realidad del cuerpo, la inmadurez y la Imago ideal que el cuerpo asume por identificación especular con la imagen anticipada. La relación entre el cuerpo y la imagen es asintótica, no coinciden. Nunca coincidirá plenamente la imago con la realidad del cuerpo. Las zonas erógenas, bordes del cuerpo, hacen fracasar el intento de esta imago de representar al cuerpo en su totalidad.
La llegada de la madurez sexual paradojalmente llama a la inmaduro que cuestiona lo acabado. Una repetición de la tensión entre la inmadurez y la buena forma (imagen narcisista).
El material somático y psíquico ya existente, no puede asimilar lo nuevo: el desarrollo sexual, porque no sutura la separación entre el cuerpo y la imago, ni la distancia entre el goce esperado y el alcanzado, con el cuerpo “propio” ni con los otros cuerpos. La satisfacción, a pesar de la adquisición de la función sexual, no deja de ser parcial.
La corriente unificadora sexual fracasa en lograr la representación de toda la sexualidad humana, así como el yo fracasa en su intento de olvidar los agujeros de las zonas erógenas.
3.
El Complejo de Castración es la marca de la distancia entre el cuerpo y su imagen (fálica-amable), es el responsable de la sustracción del cuerpo al goce materno. Esta operación no implica que se disponga de ese goce ni de ese cuerpo arrancado al cuerpo materno. Ubica al sujeto exiliado del cuerpo materno, pero a su vez, lo exilia del “propio” cuerpo; le hace perder lo que nunca tuvo, porque el cuerpo se constituye en una ecuación cuerpo = falo, que lo somete a una pérdida de propiedad. Al separar al goce del cuerpo, la castración impide habitar al goce como en la propia casa, lo reduce a territorio extraño en los síntomas. En este sentido, la constitución del síntoma es equivalente al modo de constitución del cuerpo. Ambos, cuerpo y síntoma, síntoma (en el) y cuerpo, son extraños, funcionan como cuerpos extraños. Territorios extra territoriales. Cuerpos infiltrados.
El planteo lacaneano de el síntoma o lo peor sostiene que si hay constitución del síntoma habrá un goce mitigado, sustitutivo, que converge con una función restitutiva, que limita a la palabra y al goce del Otro. Si no lo hay habrá lo peor: un goce cuyo único color sea el sacrificio.
Es justamente a partir de la pubertad que suelen irrumpir síntomas que antes estaban... latentes.
SILENCIOS
Irrumpe el sexo haciendo ruido, y sin embargo hay silencios. Silencios en los tratamientos, cuando el tratamiento es correctamente indicado, y silencios cuando el tratamiento fue apresuradamente indicado. Si se lo ha sometido al tratamiento, lo único que le queda es refugiarse en el silencio. Los silencios aparecen constantemente en la práctica con púberes, sin embargo no son todos iguales. Desde ese silencio descarnado, resistencial que grita “no soy yo el que debería estar aquí con Ud., por eso no hablo”, a otros, vergonzosos, que intentan ocultar masturbación y fantasías, o que indican una inhibición.
El reacomodamiento pulsional que sitúa a las pulsiones parciales en relación a la reproducción y a la muerte, actualiza un silencio mortífero que Freud no vacila en adjudicar a la pulsión de muerte, y que Lacan lo conceptualiza en relación a las pulsiones parciales y a la ligazón de la reproducción con la muerte. Silencio y autoerotismo son relacionados en esta brillante cita del Seminario XI: “En ciertos silencios vemos despuntar la instancia pura de la pulsión oral cerrándose en su satisfacción.”
Es necesario distinguir de qué silencio se trata.
JUEGOS
En el texto El Chiste y su relación con el Inconsciente Freud teoriza sobre el juego de palabras que realizan los niños con las palabras obteniendo una ganancia de placer en este juego: “Este placer, placer del ritmo, de la rima, va siéndole prohibido al niño cada día más por su propia razón, hasta dejarlo limitado a aquellas uniones de palabras que forman un sentido”. Ya dejan de jugar con las palabras tontamente, para armar sentido. Estos sentidos que el chico por su “razón” establece son conceptaulizados por Lacan como el “precipitado de la significación fálica”, precipitado de la constitución fantasmática que impide seguir jugando con las palabras. Agrega Freud: “Los adolescentes no se atreven a disparatar sin rebozo alguno, pero su tendencia a la actividad sin objetivo parece ser una derivación directa del placer de disparatar.”
Abandonan el juego de palabras, pero obtienen placer en las actividades que carecen de objetivos. Se usa ese placer residual en la capacidad de jugar.
Es importante el valor del juego con los púberes. No se trata a mi entender de jugar y punto, de acompañarlos en el juego para que hagan - si de niños se trata - su neurosis infantil, y en el caso de los púberes acompañarlos en este tiempo dificultoso de la pubertad. El juego no es el juego en sí mismo, sino que promovemos el juego para que pueda decir algo con y en el juego. El juego en sí mismo es interesante, es importante y necesario. Que un niño no juegue es sintomático, pero que sólo juegue en un análisis no es suficiente. Es importante pero no es suficiente porque es necesaria la intervención del analista en el juego. En algún momento por su boca una palabra irrumpe. En este sentido tomamos al juego como pre - texto, intentando hacer una lectura que transmute, lo que podría quedar como mera acción, en discurso.
Podemos en el juego mismo, decir algo que marque un borde en el que el juego deja de ser juego y sin embargo es juego ; jugando el analista dice algo - en transferencia - que dispara un paso de sentido. No es que ahora no se juega y se interpreta, sino que jugando, si se dice algo que una vez dicho sea una interpretación, posiblemente el juego que hasta ese momento se desplegaba en las sesiones se desgaste. El paciente resuelve jugar a otra cosa, o acepta con entusiasmo un juego nuevo que el analista propone. Es jugando pero “no es jugando”. Ese borde habría que resaltarlo, sino un analista queda reducido a un compañero imaginario de juegos. En el juego analítico, entre enunciado y enunciación damos lugar a la emergencia de una interpretación.
El sujeto del análisis - en su singularidad - no preexiste al juego sino que resulta de un movimiento entre juego y juego, entre la eficacia de la lectura de un juego y su acción en retardo sobre el primero.
En una ocasión le propuse a un paciente de quince años que trajera un juego. Trae el “Simon”, un juego con sonidos y colores que hay que reproducir, según va avanzando se complejiza la secuencia. Me ganaba siempre. Jugábamos, a veces hablábamos. Después de cierto tiempo, comienza a jugar además con un Nuntchaku, un arma ninja, que mueve delante de mis ojos con gran destreza.
Paulatinamente los movimientos se transforman, ya no son de ataque, ni de defensa, el enemigo se desvanece en el aire. Permanece de pie, concentrado, sumido en otra escena. Una vara queda bajo su axila, la otra unida por la cadena queda en su mano en posición vertical. Su mano comienza lentamente a dibujar con la vara un movimiento armónico en el aire, suave, acompasado. Cuál fue la sorpresa cuando me escucho diciendo lo que allí leo:
- estás dirigiendo la orquesta!
Fue ahí que se reveló una clave. Su padre que había muerto cuando él era muy pequeño, había sido director de orquesta. Y él jugando dirigía correctamente la orquesta imaginaria, como antes seguía a la orquesta del Simon. El juego que había elegido, ahora (después de jugar) adquiría texto.
.
DISCUSION
En el artículo La Transferencia a la Cantonade, E. Porge sostiene que el terreno de la infancia es el terreno de la prohibición del Edipo y que la pubertad es el encuentro con la imposibilidad. Agrega que en la infancia hay relación sexual y en la pubertad surge un saber con respecto a que no hay relación sexual.
Esta sucesión que Porge nos plantea entre prohibición e imposibilidad, es absolutamente arbitraria porque desconoce justamente que la prohibición es una manera de velar la imposibilidad (del goce). Se prohibe, no lo que se puede sino aquello que es imposible. Es decir que la prohibición hace que lo imposible sea fantasmáticamente posible.
Freud sitúa la imposibilidad en la infancia. Desde Tres Ensayos hasta El Final del Complejo de Edipo, sostiene que el Edipo sucumbe por una imposibilidad interna.
Es discutible la afirmación de que en la infancia hay relación sexual porque el chico es objeto del deseo de los padres, y que en la pubertad se encuentra con la imposibilidad de la relación sexual. La posibilidad de la relación sexual actualiza la imposibilidad de cerrar la distancia entre el placer hallado y el placer buscado. Actualiza, no inaugura.
Estos desarrollos de Porge son simétricos a la queja de la madre que dice que las cosas ya no son como antes. Una versión neurótica, nostálgica por lo que ya no hay, por lo que supuestamente había, según la creencia materna. Si lo que había era la equivalencia niño = falo , renegatoria de la castración, es esta misma equivalencia la que marca una distancia, una identidad imposible del niño con el falo. Hay equivalencia porque no hay identidad. Se inscribe la castración a condición de renegarla.
La afirmación de Porge tiene por supuesto consecuencias prácticas: sólo habría que acompañar al púber en el juego hasta que se inscriba “naturalmente” la imposibilidad de la relación sexual.
A pesar de estas afirmaciones, transmite la excelente idea de que hay intervenciones que, dichas a los padres pegan en los síntomas de los hijos.
En el transcurso de unas entrevistas por una niña con enuresis nocturna, los padres estaban muy angustiados. Cuando les pregunté durante las entrevistas qué más le pasaba a la niña, responden que a la niña le va bien en la escuela, juega, se lleva bien con su hermana, está bien. Tampoco se angustia por la enuresis. Para los padres, lo insoportable dicen, era que algo no funcionara bien. La cuestión era justamente que algo puede no funcionar bien. Por qué todo tiene que encajar perfecto?. Esto fue lo que se dijo y al poco tiempo la enuresis desaparece y el analista no conoce a la “enurética”, nunca llamó a la “enurética” al consultorio. La angustia era por no soportar que algo en ese cuerpo (familiar), no funcionara bien.
Fue una intervención “a la cantonade”, como dice Porge, dicha a los padres pero con resonancia en el cuerpo de la niña.
DANIEL RUBINSZTEJN
UN CHISTE SERIO
1.
Nuestra genealogía: El sujeto se constituye en el lugar del Otro - que es el conjunto de los significantes – pero específicamente su relación es con la falta del Otro. Esa falta no está dada. No se encuentra de una vez para siempre, sino que es una falta que se reencuentra en el movimiento de la repetición.
Esta falta -de significante- se revela en las preguntas del niño que provocan el mayor desasosiego en los padres. Se interroga así, no al Otro sino a los significantes que hay en el Otro, y a los intervalos que hay entre significantes, y que son la condición de posibilidad de los significantes mismos: su carácter discreto. “Lo característico del significante es poder sustituirse a si mismo, es de naturaleza sustitutiva con respecto a si mismo... hace de la sustitución su ley.”(Seminario 5)
Alienación y separación no son dos operaciones disjuntas engarzadas cronológicamente -primero la alienación y luego la separación-, sino que es una misma operación con dos caras articuladas: la alienación al significante implica la ubicación del sujeto entre significantes, pero al mismo tiempo separado de ellos.
El sujeto encuentra un significante de la falta en el Otro, que es a su vez significante de la falta del Otro en él.
“Este significante, este uno en más, que es a la vez el significante de la falta, es de lo que se trata y debe ser mantenido como esencial a la función de la estructura, en tanto nos interesa indudablemente, si seguimos la huella donde hasta el presente los he conducido: que el inconsciente está estructurado como un lenguaje” (Seminario 14, inédito).
La marca de este encuentro, de esta apropiación -siempre impropia- es el Superyo.
“Pero aun es necesario que el sujeto adquiera el orden del significante, lo conquiste, sea colocado respecto a él en una relación de implicación que lo afecte en su ser, lo cual culmina en la formación de lo que llamamos en nuestro lenguaje el Superyo” (Seminario 3).
El corte de la cadena significante es el único que verifica la estructura del sujeto como discontinuidad en lo real; huecos del sentido determinantes del discurso.
Cuando Lacan dice que su invento, el objeto a, no tiene objetalidad ni objetividad, que es sólo una letra, intenta subrayar de este modo, que hay algo que no puede ser integrado a un orden determinado por la red significante. El a se le atraganta al significante porque traduce la indeterminación. Indetermina lo determinado; objeto metonímico, en tanto causa, se presenta irreductible.
El sujeto se constituye como efecto, mortificación del significante en el cuerpo. Se puede afirmar que el significante es causa de sujeto. La letra a anota que en su división se constituye como no idéntico a sí mismo: así como el significante no es idéntico a sí mismo, el sujeto que es su efecto, tampoco lo es.
El significante - que no se significa a sí mismo -, que no es idéntico a sí mismo, produce un sujeto que coincide con esta auto-diferencia: la barra, el corte, la división misma, como lugar paradojal de hallazgo del sujeto.
El sujeto cuando se pregunta acerca de su deseo lo hace con los significantes del Otro, de esa patria significante de la cual siempre estará exiliado.
Cuando se pregunta por lo más propio lo hace con instrumentos “impropios”, que no le pertenecen . Se trata del tesoro de palabras de la lengua materna. Lo impropio no responde entonces por lo propio, solo lo ausenta más.
La estructura del nombre es la paradoja de las paradojas: se nombra a sí mismo con el nombre con el que ha sido nombrado. Lo más “propio” es el nombre que no se ha elegido. Así podemos ilustrar el exilio del sujeto respecto del significante, porque se nace en el campo del Otro. Separarse de ese campo y hacerlo con los elementos que el Otro ha dado… con lo mismo que (m)ata. Esta es la alienación del sujeto -diferente a la alienación especular-.
Además de estar exiliado el sujeto experimenta que no existe el Otro como un universo que tenga respuestas para el deseo: el deseo se constituye en el sujeto como lo que está oculto al Otro por estructura. Al Otro le está oculto, por estructura, su “propio” deseo.
2.
¿Qué entendemos por tomar la palabra? ¿Cómo es el pasaje del grito como pura expresión a la invocación? ¿Cómo un sonido se transmuta en palabra?
Lacan sostiene que para que el significante constituya al sujeto no es suficiente con su preexistencia, habrá hechos de discurso pero no sujeto, es necesario entonces que ocurra un dicho.
La pre-existencia del significante no es suficiente para dar cuenta de la constitución del sujeto.
El acto de palabra, una instancia preformativa, crea ex nihilo al sujeto, que al decir(se) precipita.
Y cuando digo se precipita no puedo evitar en pensar en caída, cae de algún lugar en el que aún no estaba (limbo) como cuando se dice en la lengua coloquial le cayó la ficha.
Tal vez por eso, a veces, no es sencillo distinguir lo que se denomina pasaje al acto, de acto.
Hay caída.
Se sale, a veces violentamente, de un lugar para hacer(se) otro.
Esto significa tomar la palabra: hacerse lugar. Cada vez que tomamos la palabra, la tomamos de algún lugar. ¿Dónde están las palabras antes que las tomemos? Ya lo dijimos: en el Otro. Pero, al tomarlas queda el Otro al menos sin una palabra.
En ocasión de contraer una deuda económica en el análisis una analizante dijo:
Si tuviera toda la plata del mundo le pagaría…
Dije: si tuviera toda la plata del mundo no me pagaría; porque en ese instante dejaría de tener toda la plata.
Freud relata un chiste que viene al caso a pesar que a nosotros no nos cause gracia:
-Has tomado un baño? Pregunta el primero
- Por qué?,falta alguno? Responde el segundo.
El juego significante, su deslizamiento, corre el acento en la palabra tomar. Ya no se trata de bañarse, acción reflexiva, si no de una actividad de sustracción, mejor dicho de extracción.
Efectivamente este chiste plantea que al tomar (agarrar en nuestro castellano porteño) al Otro le falta lo que se ha tomado.
El chiste como el fallido es un acto (performativo), se realiza en el momento que estalla la risa. Risa que dice que al Otro le falta en ese instante - aunque sea en ese instante - una palabra, la que desliza la significación y sorprende al oyente.
En el chiste (Vg.: familionario) hay descompletamiento del Otro: el neologismo es una producción con elementos acumulados del saber de la parroquia. Un término que hasta ese momento no estaba; este término de más, señala un de menos en lo que ya se sabia atesorado. Técnicamente se ha operado una sustracción al Otro, es decir una castración.
Freud llega a anticipar en el análisis de un ejemplo lo que será una de las leyes del significante lacaneano: la auto diferencia.
Comentando el chiste “es el primer vuelo=robo (vol, en francés) del águila”, dice que es una condensación que vuelve superfluo al sustituto, un efecto de condensación donde un mismo término se sustituye a sí mismo, siendo él mismo y el otro. Es un efecto de otredad de lo mismo: son las mismas palabras las que retornan como otras.
No se postula, entonces, una identidad originaria y una posterior división. El eje pasa por pensar la constitución misma, la genealogía del sujeto como dividida. No hay uno en el origen: el lugar está vacío; el lugar es ocupado por otro significante, por cualquiera. Hay metáfora originaria: algo en el lugar de nada. Si hubiera uno en el origen no habría metáfora. Lo esencial en la estructura significante es la sustitución, es su ley.
Para los lingüistas lo real remite al plano del enunciado y al problema de la denotación. Para Lacan lo real pone en juego la enunciación ligada al goce y al deseo, en los actos de habla que mortifican al cuerpo hablante (y por lo tanto la voz como objeto).
La voz acompaña la noción de significante, al que se le atribuye una sonoridad (pulsión invocante: grito), aun cuando sólo sea leído.
BIBLIOGRAFIA
Lacan, J.: El Seminario 3, La psicosis, Paidós, Barcelona, 1984.
Lacan, J.: El Seminario, 5 Las formaciones del inconsciente, Paidós, Bs. As. 2007
Nuestra genealogía: El sujeto se constituye en el lugar del Otro - que es el conjunto de los significantes – pero específicamente su relación es con la falta del Otro. Esa falta no está dada. No se encuentra de una vez para siempre, sino que es una falta que se reencuentra en el movimiento de la repetición.
Esta falta -de significante- se revela en las preguntas del niño que provocan el mayor desasosiego en los padres. Se interroga así, no al Otro sino a los significantes que hay en el Otro, y a los intervalos que hay entre significantes, y que son la condición de posibilidad de los significantes mismos: su carácter discreto. “Lo característico del significante es poder sustituirse a si mismo, es de naturaleza sustitutiva con respecto a si mismo... hace de la sustitución su ley.”(Seminario 5)
Alienación y separación no son dos operaciones disjuntas engarzadas cronológicamente -primero la alienación y luego la separación-, sino que es una misma operación con dos caras articuladas: la alienación al significante implica la ubicación del sujeto entre significantes, pero al mismo tiempo separado de ellos.
El sujeto encuentra un significante de la falta en el Otro, que es a su vez significante de la falta del Otro en él.
“Este significante, este uno en más, que es a la vez el significante de la falta, es de lo que se trata y debe ser mantenido como esencial a la función de la estructura, en tanto nos interesa indudablemente, si seguimos la huella donde hasta el presente los he conducido: que el inconsciente está estructurado como un lenguaje” (Seminario 14, inédito).
La marca de este encuentro, de esta apropiación -siempre impropia- es el Superyo.
“Pero aun es necesario que el sujeto adquiera el orden del significante, lo conquiste, sea colocado respecto a él en una relación de implicación que lo afecte en su ser, lo cual culmina en la formación de lo que llamamos en nuestro lenguaje el Superyo” (Seminario 3).
El corte de la cadena significante es el único que verifica la estructura del sujeto como discontinuidad en lo real; huecos del sentido determinantes del discurso.
Cuando Lacan dice que su invento, el objeto a, no tiene objetalidad ni objetividad, que es sólo una letra, intenta subrayar de este modo, que hay algo que no puede ser integrado a un orden determinado por la red significante. El a se le atraganta al significante porque traduce la indeterminación. Indetermina lo determinado; objeto metonímico, en tanto causa, se presenta irreductible.
El sujeto se constituye como efecto, mortificación del significante en el cuerpo. Se puede afirmar que el significante es causa de sujeto. La letra a anota que en su división se constituye como no idéntico a sí mismo: así como el significante no es idéntico a sí mismo, el sujeto que es su efecto, tampoco lo es.
El significante - que no se significa a sí mismo -, que no es idéntico a sí mismo, produce un sujeto que coincide con esta auto-diferencia: la barra, el corte, la división misma, como lugar paradojal de hallazgo del sujeto.
El sujeto cuando se pregunta acerca de su deseo lo hace con los significantes del Otro, de esa patria significante de la cual siempre estará exiliado.
Cuando se pregunta por lo más propio lo hace con instrumentos “impropios”, que no le pertenecen . Se trata del tesoro de palabras de la lengua materna. Lo impropio no responde entonces por lo propio, solo lo ausenta más.
La estructura del nombre es la paradoja de las paradojas: se nombra a sí mismo con el nombre con el que ha sido nombrado. Lo más “propio” es el nombre que no se ha elegido. Así podemos ilustrar el exilio del sujeto respecto del significante, porque se nace en el campo del Otro. Separarse de ese campo y hacerlo con los elementos que el Otro ha dado… con lo mismo que (m)ata. Esta es la alienación del sujeto -diferente a la alienación especular-.
Además de estar exiliado el sujeto experimenta que no existe el Otro como un universo que tenga respuestas para el deseo: el deseo se constituye en el sujeto como lo que está oculto al Otro por estructura. Al Otro le está oculto, por estructura, su “propio” deseo.
2.
¿Qué entendemos por tomar la palabra? ¿Cómo es el pasaje del grito como pura expresión a la invocación? ¿Cómo un sonido se transmuta en palabra?
Lacan sostiene que para que el significante constituya al sujeto no es suficiente con su preexistencia, habrá hechos de discurso pero no sujeto, es necesario entonces que ocurra un dicho.
La pre-existencia del significante no es suficiente para dar cuenta de la constitución del sujeto.
El acto de palabra, una instancia preformativa, crea ex nihilo al sujeto, que al decir(se) precipita.
Y cuando digo se precipita no puedo evitar en pensar en caída, cae de algún lugar en el que aún no estaba (limbo) como cuando se dice en la lengua coloquial le cayó la ficha.
Tal vez por eso, a veces, no es sencillo distinguir lo que se denomina pasaje al acto, de acto.
Hay caída.
Se sale, a veces violentamente, de un lugar para hacer(se) otro.
Esto significa tomar la palabra: hacerse lugar. Cada vez que tomamos la palabra, la tomamos de algún lugar. ¿Dónde están las palabras antes que las tomemos? Ya lo dijimos: en el Otro. Pero, al tomarlas queda el Otro al menos sin una palabra.
En ocasión de contraer una deuda económica en el análisis una analizante dijo:
Si tuviera toda la plata del mundo le pagaría…
Dije: si tuviera toda la plata del mundo no me pagaría; porque en ese instante dejaría de tener toda la plata.
Freud relata un chiste que viene al caso a pesar que a nosotros no nos cause gracia:
-Has tomado un baño? Pregunta el primero
- Por qué?,falta alguno? Responde el segundo.
El juego significante, su deslizamiento, corre el acento en la palabra tomar. Ya no se trata de bañarse, acción reflexiva, si no de una actividad de sustracción, mejor dicho de extracción.
Efectivamente este chiste plantea que al tomar (agarrar en nuestro castellano porteño) al Otro le falta lo que se ha tomado.
El chiste como el fallido es un acto (performativo), se realiza en el momento que estalla la risa. Risa que dice que al Otro le falta en ese instante - aunque sea en ese instante - una palabra, la que desliza la significación y sorprende al oyente.
En el chiste (Vg.: familionario) hay descompletamiento del Otro: el neologismo es una producción con elementos acumulados del saber de la parroquia. Un término que hasta ese momento no estaba; este término de más, señala un de menos en lo que ya se sabia atesorado. Técnicamente se ha operado una sustracción al Otro, es decir una castración.
Freud llega a anticipar en el análisis de un ejemplo lo que será una de las leyes del significante lacaneano: la auto diferencia.
Comentando el chiste “es el primer vuelo=robo (vol, en francés) del águila”, dice que es una condensación que vuelve superfluo al sustituto, un efecto de condensación donde un mismo término se sustituye a sí mismo, siendo él mismo y el otro. Es un efecto de otredad de lo mismo: son las mismas palabras las que retornan como otras.
No se postula, entonces, una identidad originaria y una posterior división. El eje pasa por pensar la constitución misma, la genealogía del sujeto como dividida. No hay uno en el origen: el lugar está vacío; el lugar es ocupado por otro significante, por cualquiera. Hay metáfora originaria: algo en el lugar de nada. Si hubiera uno en el origen no habría metáfora. Lo esencial en la estructura significante es la sustitución, es su ley.
Para los lingüistas lo real remite al plano del enunciado y al problema de la denotación. Para Lacan lo real pone en juego la enunciación ligada al goce y al deseo, en los actos de habla que mortifican al cuerpo hablante (y por lo tanto la voz como objeto).
La voz acompaña la noción de significante, al que se le atribuye una sonoridad (pulsión invocante: grito), aun cuando sólo sea leído.
BIBLIOGRAFIA
Lacan, J.: El Seminario 3, La psicosis, Paidós, Barcelona, 1984.
Lacan, J.: El Seminario, 5 Las formaciones del inconsciente, Paidós, Bs. As. 2007
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